viernes, 26 de diciembre de 2008

Carta a los Reyes Majos


Hemos perdido la ilusión, ya no escribimos nuestra entrañable carta a sus majestades de Oriente. ¿La edad?, no creo; ¿la falta de tiempo?, solo una excusa; ¿la falta de ilusión?, tal vez.

Les decimos a nuestros hijos o lo hemos hecho en algún momento, que escriban su carta a los Reyes Magos, da igual si saben o no la verdadera identidad de sus majestades, nos basta con ver y saber de su ilusión, a fin de cuentas ¿que significa creer en ellos?

Me gustaría que entre todos escribiéramos nuestra carta para este año. No hace falta pedir grandes cosas ni tampoco imposibles. Recuerdo que en una ocasión alguien le pidió a un genio la paz en el mundo, y la sorpresa fue que al salir a la calle, comprobó que no había ningún habitante en toda la Tierra. Decidido le pidió explicaciones al genio sintiéndose defraudado pero la respuesta de éste fue simple: "esta es la única forma para que la paz en el mundo sea posible".

Así que seamos realistas a la hora de escribir esta nuestra carta común a los Reyes Magos. Todos tenemos algo que deseamos conseguir y sabemos (aunque no lo reconozcamos) que podemos conseguirlo.

Con vuestra colaboración vamos a ir rellenando las líneas de esta carta. Con vuestro permiso reuniré todas vuestras peticiones y yo misma se la haré llegar a sus majestades de Oriente, a los Reyes Majos (no ha sido un desliz con el teclado ni que me haya fallado la ortografía)

Os pido que la luz del día me anime a realizar esas pequeñas cosas que, aunque cotidianas, pueden ser siempre diferentes.

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Foto tomada de la webb

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Del saber y el conocer

Hoy me gustaría hablarte del saber y el conocer. Recuerdo cariño a una persona a la que conocí hace ya bastantes años que solía decir "sabes a tocino y si te untan". Aprovechando este pequeño recuerdo me he permitido reflexionar en voz alta.



Toc, toc
¿Otra vez vienes a tocarme los... bemoles?
No seas tan suspicaz, sólo vengo de visita
Eso es lo que me preocupa, recuerdo tu primera visita y todavía no se me ha pasado el susto
No seas tan cobarde, soy inofensivo
Vale, si tú lo dices...
¿Puedo hacerte una pregunta?
(¡ojo! pregunta con trampa) Ataca, estoy listo
(¡qué desconfiado!) ¿Qué sabes del saber?
(lo que me temía, ya empieza con sus jueguecitos) Chico, cómo no te expliques...
Te haré una pregunta más sencilla. ¿Qué sabes del amor?
Te has lucido macho, ¿esa es una pregunta fácil?
Te lo preguntaré de otra forma
(ahora es cuando me echo a temblar)
(je, je, je...) ¿Qué conoces del amor?
Creo que desvarías, me has vuelto a preguntar lo mismo
(está visto que no se entera) ¿Sabes que existe el amor?
¡Claro que existe!
Vaya que claro lo tienes, felicidades
(encima cachondeo) A ver si te aclaras, que no te sigo
No te sulfures, a fin de cuentas eres tú quien ha preguntado
(mejor me quedo calladito que como le siga la corriente acabaré otra vez en el diván de un psiquiatra)
Piensa despacio y luego contéstame, ¿conoces el amor?
(ay, ay, ay, que adivino por dónde va) Eso es algo muy personal
Ya sabes que ese tipo de respuesta no me sirve, no te hagas el escurridizo conmigo, no te va a servir de nada.
(Dios mío que se vaya de una vez) Lo que ocurre es que no quiero hablar de eso
¿Te hace pupa?
Deja los bemoles en paz, que acabaremos muy mal
De acuerdo, te lo preguntaré de otra forma (mira que es quisquilloso este tipo) ¿Es lo mismo saber que conocer?
(pregunta con trampa, seguro) ¿No?
No te veo muy convencido
Cualquiera se arriesga contigo tío. Siempre le das la vuelta a todo lo que digo.
(este va de listillo, pero no le va a servir de nada) Eres tú quien lo complica todo, la pregunta es de lo más sencilla.
Para ti la perra gorda
¿Qué pasa con la perra?
Que sí, que lo que tú digas, ¿ok?
Baja los humos muchacho, a fin de cuentas es lo que te ha preocupado ultimamente
¿Y cómo sabes tú lo que me preocupa? (tenía que haberme quedado callado, ¡mecachís!)
El saber es algo externo a tu persona, el conocer forma parte de ti mismo
O sea, que yo sé que 2 + 2 = 4, pero no conozco que... (esto me pasa por no haber mantenido la boca cerrada)
¿Por qué no terminas la frase?
¿Cómo voy a conocer que 2 + 2 es igual a 4? Una cosa así se sabe, no se conoce
Cuando lo interiorizas y captas su esencia, entra a formar parte de ti, circula por tu cuerpo
¡Anda ya! no me vengas con tonterías, ¿me estás diciendo que las sumas se han montado a caballo de la sangre y las tengo dentro de mí? eso es imposible.
Precisamente, ya veo que has captado bien lo que significa conocer (ha resultado ser más espabiladillo de lo que me creía)
(a este se le va la olla) Me estás diciendo que las sumas circulan por mi cuerpo. ¡No entiendo nada!
Lo que intento decirte es que cuando interiorizas algo que hasta ese momento sólo sabías, es cuando lo conoces
Haber empezado por ahí (sigo sin comprender el ejemplo de la suma, pero mejor me callo no vaya ser que le de por empezar a sermonear y aquí nos den las uvas)
Recuerda, la clave está en interiorizar, en sentir que forma parte de ti (pues a mí me gustan las uvas)

jueves, 4 de diciembre de 2008

Camino de regreso

Paseando por la red he encontrado esta bonita foto que me da pie para contarte una historia que tal vez sea cierta.



Sin saber por qué había salido de su casa nada más despuntar el día. Abandonó el calor de su hogar, cogió un par de cosas que siempre llevaba consigo y salió sin tan siquiera volverse a mirar aquella casa que había sido su hogar en los últimos años.
Durante la noche había nevado copiosamente, un manto blanco cubría el paisaje, testigo mudo de la marcha apresurada de un caminante ajeno a todo cuanto le rodeaba. A cada paso, la huella de su dolor quedaba plasmada en el frío suelo como testigo de una impotencia contenida, esa impotencia que no es sino expresión de la derrota.
Le dolía su felicidad de antaño, felicidad que se había tornado en un presente oscuro y un futuro inexistente. No entendía cómo era posible perder en un instante aquello por lo que había luchado, aquello que siempre había deseado y le había brindado tantas horas inolvidables. Mejor hubiera sido, pensaba, no haber conocido la felicidad si al final todo quedaba en un sueño macabro.
Por unos instantes alzó la mirada al cielo y maldijo su suerte al contemplar los rayos de sol que le cegaban, le dolía el alma aunque no comprendía bien el significado de esta expresión. Se dejó llevar a un mundo en el que lo irreal le estaba ganando la partida, ese mundo de ficción en el que todo es posible. Siempre que se sentía abrumado acudía a su mundo, en él podía hacer y deshacer a su antojo, sin embargo ese su mundo le había dado la espalda. ¿Por qué tiene que ser todo tan complicado? Quería imaginar un presente mejor, pero no le placía; deseaba aniquilar el dolor pero éste había decidio anidar en su interior; ansiaba olvidar lo ocurrido pero se empeñaba en volver una y otra vez.
Muchas fueron las horas en las que caminó sin rumbo fijo, simplemente ponía un pie delante de otro, no le importaba el destino, caminar era su forma de alejarse del mundo real, ese mundo plagado de desdichas, tropiezos y sinsabores olvidando la parte más dulce del mismo.
Cuando el cansancio se hizo presente, ajeno al tiempo y a todo con lo que durante el camino se había tropezado, levantó una vez más la vista y ante sus ojos se dibujó su casa, había encontrado el camino de regreso. En la cocina, su madre le esperaba con la comida recién hecha y a través de la ventana vió, con asombro, un cerco alrededor de la casa hecho de pisadas sobre la nieve. Había olvidado el motivo de su enfado.