viernes, 26 de diciembre de 2008

Carta a los Reyes Majos


Hemos perdido la ilusión, ya no escribimos nuestra entrañable carta a sus majestades de Oriente. ¿La edad?, no creo; ¿la falta de tiempo?, solo una excusa; ¿la falta de ilusión?, tal vez.

Les decimos a nuestros hijos o lo hemos hecho en algún momento, que escriban su carta a los Reyes Magos, da igual si saben o no la verdadera identidad de sus majestades, nos basta con ver y saber de su ilusión, a fin de cuentas ¿que significa creer en ellos?

Me gustaría que entre todos escribiéramos nuestra carta para este año. No hace falta pedir grandes cosas ni tampoco imposibles. Recuerdo que en una ocasión alguien le pidió a un genio la paz en el mundo, y la sorpresa fue que al salir a la calle, comprobó que no había ningún habitante en toda la Tierra. Decidido le pidió explicaciones al genio sintiéndose defraudado pero la respuesta de éste fue simple: "esta es la única forma para que la paz en el mundo sea posible".

Así que seamos realistas a la hora de escribir esta nuestra carta común a los Reyes Magos. Todos tenemos algo que deseamos conseguir y sabemos (aunque no lo reconozcamos) que podemos conseguirlo.

Con vuestra colaboración vamos a ir rellenando las líneas de esta carta. Con vuestro permiso reuniré todas vuestras peticiones y yo misma se la haré llegar a sus majestades de Oriente, a los Reyes Majos (no ha sido un desliz con el teclado ni que me haya fallado la ortografía)

Os pido que la luz del día me anime a realizar esas pequeñas cosas que, aunque cotidianas, pueden ser siempre diferentes.

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Foto tomada de la webb

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Del saber y el conocer

Hoy me gustaría hablarte del saber y el conocer. Recuerdo cariño a una persona a la que conocí hace ya bastantes años que solía decir "sabes a tocino y si te untan". Aprovechando este pequeño recuerdo me he permitido reflexionar en voz alta.



Toc, toc
¿Otra vez vienes a tocarme los... bemoles?
No seas tan suspicaz, sólo vengo de visita
Eso es lo que me preocupa, recuerdo tu primera visita y todavía no se me ha pasado el susto
No seas tan cobarde, soy inofensivo
Vale, si tú lo dices...
¿Puedo hacerte una pregunta?
(¡ojo! pregunta con trampa) Ataca, estoy listo
(¡qué desconfiado!) ¿Qué sabes del saber?
(lo que me temía, ya empieza con sus jueguecitos) Chico, cómo no te expliques...
Te haré una pregunta más sencilla. ¿Qué sabes del amor?
Te has lucido macho, ¿esa es una pregunta fácil?
Te lo preguntaré de otra forma
(ahora es cuando me echo a temblar)
(je, je, je...) ¿Qué conoces del amor?
Creo que desvarías, me has vuelto a preguntar lo mismo
(está visto que no se entera) ¿Sabes que existe el amor?
¡Claro que existe!
Vaya que claro lo tienes, felicidades
(encima cachondeo) A ver si te aclaras, que no te sigo
No te sulfures, a fin de cuentas eres tú quien ha preguntado
(mejor me quedo calladito que como le siga la corriente acabaré otra vez en el diván de un psiquiatra)
Piensa despacio y luego contéstame, ¿conoces el amor?
(ay, ay, ay, que adivino por dónde va) Eso es algo muy personal
Ya sabes que ese tipo de respuesta no me sirve, no te hagas el escurridizo conmigo, no te va a servir de nada.
(Dios mío que se vaya de una vez) Lo que ocurre es que no quiero hablar de eso
¿Te hace pupa?
Deja los bemoles en paz, que acabaremos muy mal
De acuerdo, te lo preguntaré de otra forma (mira que es quisquilloso este tipo) ¿Es lo mismo saber que conocer?
(pregunta con trampa, seguro) ¿No?
No te veo muy convencido
Cualquiera se arriesga contigo tío. Siempre le das la vuelta a todo lo que digo.
(este va de listillo, pero no le va a servir de nada) Eres tú quien lo complica todo, la pregunta es de lo más sencilla.
Para ti la perra gorda
¿Qué pasa con la perra?
Que sí, que lo que tú digas, ¿ok?
Baja los humos muchacho, a fin de cuentas es lo que te ha preocupado ultimamente
¿Y cómo sabes tú lo que me preocupa? (tenía que haberme quedado callado, ¡mecachís!)
El saber es algo externo a tu persona, el conocer forma parte de ti mismo
O sea, que yo sé que 2 + 2 = 4, pero no conozco que... (esto me pasa por no haber mantenido la boca cerrada)
¿Por qué no terminas la frase?
¿Cómo voy a conocer que 2 + 2 es igual a 4? Una cosa así se sabe, no se conoce
Cuando lo interiorizas y captas su esencia, entra a formar parte de ti, circula por tu cuerpo
¡Anda ya! no me vengas con tonterías, ¿me estás diciendo que las sumas se han montado a caballo de la sangre y las tengo dentro de mí? eso es imposible.
Precisamente, ya veo que has captado bien lo que significa conocer (ha resultado ser más espabiladillo de lo que me creía)
(a este se le va la olla) Me estás diciendo que las sumas circulan por mi cuerpo. ¡No entiendo nada!
Lo que intento decirte es que cuando interiorizas algo que hasta ese momento sólo sabías, es cuando lo conoces
Haber empezado por ahí (sigo sin comprender el ejemplo de la suma, pero mejor me callo no vaya ser que le de por empezar a sermonear y aquí nos den las uvas)
Recuerda, la clave está en interiorizar, en sentir que forma parte de ti (pues a mí me gustan las uvas)

jueves, 4 de diciembre de 2008

Camino de regreso

Paseando por la red he encontrado esta bonita foto que me da pie para contarte una historia que tal vez sea cierta.



Sin saber por qué había salido de su casa nada más despuntar el día. Abandonó el calor de su hogar, cogió un par de cosas que siempre llevaba consigo y salió sin tan siquiera volverse a mirar aquella casa que había sido su hogar en los últimos años.
Durante la noche había nevado copiosamente, un manto blanco cubría el paisaje, testigo mudo de la marcha apresurada de un caminante ajeno a todo cuanto le rodeaba. A cada paso, la huella de su dolor quedaba plasmada en el frío suelo como testigo de una impotencia contenida, esa impotencia que no es sino expresión de la derrota.
Le dolía su felicidad de antaño, felicidad que se había tornado en un presente oscuro y un futuro inexistente. No entendía cómo era posible perder en un instante aquello por lo que había luchado, aquello que siempre había deseado y le había brindado tantas horas inolvidables. Mejor hubiera sido, pensaba, no haber conocido la felicidad si al final todo quedaba en un sueño macabro.
Por unos instantes alzó la mirada al cielo y maldijo su suerte al contemplar los rayos de sol que le cegaban, le dolía el alma aunque no comprendía bien el significado de esta expresión. Se dejó llevar a un mundo en el que lo irreal le estaba ganando la partida, ese mundo de ficción en el que todo es posible. Siempre que se sentía abrumado acudía a su mundo, en él podía hacer y deshacer a su antojo, sin embargo ese su mundo le había dado la espalda. ¿Por qué tiene que ser todo tan complicado? Quería imaginar un presente mejor, pero no le placía; deseaba aniquilar el dolor pero éste había decidio anidar en su interior; ansiaba olvidar lo ocurrido pero se empeñaba en volver una y otra vez.
Muchas fueron las horas en las que caminó sin rumbo fijo, simplemente ponía un pie delante de otro, no le importaba el destino, caminar era su forma de alejarse del mundo real, ese mundo plagado de desdichas, tropiezos y sinsabores olvidando la parte más dulce del mismo.
Cuando el cansancio se hizo presente, ajeno al tiempo y a todo con lo que durante el camino se había tropezado, levantó una vez más la vista y ante sus ojos se dibujó su casa, había encontrado el camino de regreso. En la cocina, su madre le esperaba con la comida recién hecha y a través de la ventana vió, con asombro, un cerco alrededor de la casa hecho de pisadas sobre la nieve. Había olvidado el motivo de su enfado.



viernes, 28 de noviembre de 2008

La a es la primera


Antes que salga el sol
Acurrucado entre las mantas,
Amante del silencio,
Abre tus ojos somnolientos.
Abre el torrente cálido
Aséate, sin olvidar las legañas,
Admírate en el espejo y
Atusa ese cabello rebelde.
Alimenta tu cuerpo entumecido,
Asoma la nariz
Al mundo exterior y
Abrígate hasta las orejas.
¡Ánimo! la nueva jornada
Acaba de empezar.
Acóplate en tu asiento,
Arrincona la pereza
Antes que el jefe
Aparezca a hurtadillas
Aquello que no terminaste
Ayer a última hora,
Ahora te aguarda impasible
Alojado en quién sabe dónde.
A la hora del almuerzo
Acallas el rugir de tus entrañas
Abriendo la boca sin freno
Al filete con patatas.
Añoras el refugio de tu casa
Ansías tu reencuentro con ella
A la hora señalada
Allí te irás muy deprisa.
Antes harás una paradica
Aún te queda tiempo,
A los amigos hay que cuidar
A menos que otro plan te espere.
Así un día y otro también,
Al curro desde casa,
A casa desde el curro.
Al fin y al cabo esto es así.
Aquí llega el final
A la cama has de ir
Al cálido arrumaco
¡Ay, pobre de tí!

jueves, 27 de noviembre de 2008

Día del Maestro



Dijo, entonces, un maestro: Háblanos del Enseñar.


Y él respondió:


Nadie puede revelarnos más de lo que reposa ya dormido a medias en el alba de nuestro conocimiento.


El maestro que camina a la sombra del templo, en medio de sus discípulos, no les da de su sabiduría, sino, más bien, de su fe y de su afecto.


Si él es sabio de verdad, no os pedirá que entréis en la casa de su sabiduría, sino que os guiará, más bien, hasta el umbral de vuestro propio espíritu.


El astrónomo puede hablaros de su comprensión del espacio, pero no puede cantaros ese conocimiento.


El músico puede cantaros el ritmo que existe en todo ámbito, pero no puede daros el oído que detiene el ritmo ni la voz que le hace eco. Y el que es versado en la ciencia de los números puede hablaros de las regiones del peso y la medida, pero no puede conduciros a ellas. Porque la visión de un hombre no presta sus alas a otro hombre.


Y, así, como cada uno de vosotros se halla solo ante el conocimiento de Dios, así debe cada uno de vosotros estar solo en su comprensión de Dios y en su conocimiento de la tierra.
Tomado de El Profeta de Khalil Gibran
Felicidades a todos los maestros, maestros de vocación, a todos aquellos que ya dejaron de ejercer y a los que día tras día abren la puerta del aula con esperanza e ilusión.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Toc, toc, ¿quién soy?


Toc, toc
¿Quién llama?
Deberías saberlo, tú me has llamado
No recuerdo haberte llamado
Primero deberías preguntarme quién soy
Está bien, ¿quién eres?
Deberías saberlo, tú me has llamado
(está visto que el oído no le funciona bien) Repito que yo no te he llamado
Mírate en el espejo
(no entiendo nada, mejor le sigo la corriente) Ya lo he hecho
¿Qué ves?
(pues vaya preguntita…) Un tipo que se parece a mí
(Este se está pasando de listillo) Ahí tienes la respuesta
(ya es oficial, majareta perdido) ¿Eres yo?
No, yo no soy tú, tú eres yo
Es lo que acabo de decirte
Creo que te equivocas. Tú has dicho que yo soy tú, pero yo no soy tú, sino que tú eres yo
(Mejor me olvido o me veo en un psiquiátrico)
¿Por qué no me dices lo que estás pensando?
(esto no está pasando. Pero ¿quién me habla?)
Toc, toc
(pues no se ha largado. ¿Qué le digo para que me deje en paz?) Tienes razón, tú eres yo
Que no te enteras majete, acabo de decirte que yo no soy tú
Pues eso he dicho, que tú eres yo
(Está visto que no se entera, a ver si con la siguiente tengo más suerte) ¿Dónde estoy?
(pito, pito, golgorito,…) Estás en mi cabeza (esta vez he dado en el blanco)
(este se piensa que me engaña) Frío, frío
Pues sí, hace bastante frío
¿Quién te ha preguntado por el tiempo?. Digo que frío, frío te vas a quedar si no sabes contestarme
¿Se puede saber por qué me estás dando la tabarra?
Las preguntas las hago yo
(no te fastidia, encima respondón) Me largo, adiós
No te va a servir de nada
(¿pero que estoy haciendo?, estoy hablando solo)
¿No dices nada?
Digo que me dejes en paz, me estás hinchando las narices
(Esto mejora, por lo menos tiene genio) Voy a recordarte la pregunta: ¿quién soy?
(¿dónde está el número del loquero?)
Te lo preguntaré de otra forma, ¿cuántos son uno más uno?
(creo que se llamaba Dr. Ma…) A eso sí puedo responderte y no me vengas con historias. Uno más uno es igual a dos
Cero
¿Cero?
Sí, cero, no has contestado bien a mi pregunta
(tranquilo, Dr. Mart…, ¿dónde estará el dichoso número?) 1 + 1 = 2, lo que te había dicho, la calculadora me da la razón
¿Y de qué te sirve una calculadora para lo que te pregunto?
(… tal vez este en la agenda) No sé lo que pretendes, para volverme loco no necesito ninguna ayuda, gracias
De nada
(Y se creerá que tiene gracia, ¿dónde he metido mi agenda?) Haznos un favor, a mí y al mundo, ¡desaparece!
Si desaparezco, tú también desaparecerás (creo que ya lo he mareado bastante, a la siguiente le echo un cable)
Para que te enteres, yo no voy a ninguna parte (agenda, ¿dónde estás?) y menos contigo
Está bien, te daré una pista. Uno más uno es igual a uno
(Loco, loco de remate, pero…) Estás como una chota
No vivo en una choza, pero casi
(encima sordo como una tapia y la agenda sin aparecer) Te propongo un trato, tú te callas y yo…
Me callaré cuando tú quieras
(No se ha fastidiado, haberlo dicho antes) Quiero que te calles
No puedo, no me dejas
(en el cajón no está, en la mesa…, tampoco, lo que me faltaba, he perdido mi agenda. Y si…) Si tanto te gusta hablar que no te callas ni debajo del agua, dime, ¿dónde está mi agenda?
Mira debajo de ese de montón de papeles que tienes a tu derecha, al lado de la calculadora
Gracias
De nada
(Dios mío, está donde él me ha dicho) ¿Es este uno de esos programas de cámara oculta?
Frío, frío
Me rindo. La agenda estaba dónde tú me has dicho, te ogio (perdón) te oigo aunque no te veo. Estoy loco de remate
¿Te rindes ahora que estabas tan cerca? Eso sí que no me lo esperaba
(no te digo, ahora que estabas tan cerca, sí, del manicomio) Tú no eres yo, pero yo soy tú; hablo contigo y no te veo; sabes dónde tengo mi agenda ¿y qué más? Ah sí, uno más uno es igual a uno. Y para más inri me dices que ahora estoy cerca
Ya veo que resumes muy bien la situación, ahora contesta a mi pregunta y te dejaré en paz (de momento)
¿Qué pregunta? Con tanto ir y venir ya no sé ni dónde tengo la cabeza
¿Quién soy yo?
(Ah eso…, veamos, tú no eres yo, pero yo soy tú. Allá voy y que Dios reparta suerte) Yo soy tú
Hasta mañana
¿Ya está? ¿eso es todo? ¿hasta mañana?
…….
¿Me has oído? (menos mal que he encontrado la agenda, mañana que me busque en el…, mejor no le doy pistas, no vaya a ser que se presente)
(De eso puedes estar bien seguro)

domingo, 23 de noviembre de 2008

Y tú, ¿qué dices?

"Ay si tú me quisieras lo mismo que yo, pero somos marionetas bailando sin fin, en la cuerda del amor". Así era el estribillo de aquella canción eurovisiva del año 1967 que interpretó Sandie Shaw. Más tarde esta canción tuvo su réplica con un lenguaje más... de otra forma. Decía así: "Ay si tu m'adoraras lo mesmo que o, pero semos moñaquicos danzando sin fin, en la soga del querer".
Pero dejemos la música a un lado, lo que hoy me interesan son las marionetas. ¿Cuántas marionetas conoces? Antes de contestar repasemos las características que las distinguen:
1º) Carecen de vida propia
2º) Se mueven gracias a los hilos
3º) Necesitan una mano que mueva estos hilos
4º) Su armazón es de madera o de trapo
5º) El revestimiento está hecho de trozos de realidad
6º) Cuando tienes una cerca no puede reprimir el impulso de manejarla a tu antojo
7º) Las hay de todos los tamaños, formas y colores
8º) Cuando están viejas se las arrincona
9º) Salvo en los momentos que actuan, son objeto de lástima
10º) Duermen en el olvido
Ahora ya puedes responder a la pregunta: "¿Cuántas marionetas conoces?" Más de las que pensamos. Hay marionetas en la pareja y en la familia, en el colegio y el trabajo, entre los amigos, en la Iglesia y en el Congreso de los Diputados, salen en televisión, van de copas, conducen bólidos o utilitarios... Es fácil reconocerlas a pesar de la invisibilidad de los hilos. Tampoco es necesario que busques fuera, tal vez tú mismo, en alguna ocasión, hayas ejercido de marioneta. Yo me confieso, lo he sido y he manejado alguna, sin embargo, ahora reconozco los síntomas y puedo evitar ser una marioneta y lo que también es muy importante, puedo darme cuenta de cuando estoy a punto de manejar los hilos de alguna marioneta cercana.
Dí que no, no al marionetismos. No a la carencia de vida propia, no al revestimiento de trozos de realidad, no al armazón ni a los hilos, no a dormir en el olvido. Dí sí a vivir, sí a existir, sí a la autonomía, sí a la variedad, sí a dormir en el recuerdo.
Y tú, ¿qué dices?

jueves, 20 de noviembre de 2008

Un pinar, una calle, un día


Al abrir las ventanas de mi hogar puedo disfrutar de la naturaleza, es una suerte tener delante de casa un bonito pinar. El día está soleado aunque la neblina esté presente y dejo entrar la calidez del sol. Oigo, a lo lejos, el trajín de los coches, no es excesivo, por lo que lejos de molestarme me recuerdan que ahí fuera hay vida. Ningún establecimiento comercial ha querido ocupar un hueco en mi calle, de modo que la gente que camina por ella, pasea sin prisas, empapándose del sol que tan agradable resulta en invierno.


Cuándo llega la noche se convierte en una calle oscura y solitaria, que invita a guarecerse en casa, al calor del hogar. Tanto mi hija como yo nos dedicamos al estudio, ella con su recién estrenada carrera de Historia y yo con mis matemáticas intentando hacerlas un poco más sencillas y comprensibles. No me puedo quejar, aunque mi trabajo es eventual y no me permite hacer planes, por lo menos trabajo en lo que me gusta.


La mañana la dedico a visitar a mis amigos bloggeros y otros nuevos que poco a poco voy descubriendo, escribo en el mío, y trabajo en mi proyecto. Tal vez no sirva para nada, pero siento fascinación por los números primos y desde hace varios años estoy inmersa en un estudio sobre ellos. Estas dos ocupaciones, más bien hobbis, hacen que la mañana trascurra tranquila. Algunos días salgo a dar un corto paseo, siempre que la salud me lo permita. Resulta extraño que una persona andarina, como lo he sido siempre, ahora se tenga que conformar con mucho menos. Pero es lo que hay y no puedo hacer nada por ignorarlo.

Al final de la jornada siempre leo un poco, y aprovecho para ver la tele, aunque la mayoría de las veces la tenga como música de fondo. Y cuando los párpados empiezan a pesar, y las líneas del libro empiezan a bailar, cierro el libro, apago la tele, echo la llave a la puerta y... la noche dará paso a un nuevo día.

No obstante, no hay dos días iguales, siempre se añade algo nuevo a la rutina, a mi rutina: una llamada telefónica, una visita, un problema que surge, y lo mejor de todo, las chácharas que montamos mano a mano, mi hija y yo, todos los días tenemos algo con lo que reir, algo que comentar, algo que comunicar y compartir.

Un día, no uno de tantos, sino el día de hoy; no uno especial, sino el día de hoy; no uno cualquiera, sino el día de hoy.


Feliz día.

martes, 18 de noviembre de 2008

Lugar entre colinas


Hace ya muchos años que visité el valle de Núria. Se encuentra a 2.000 metros en la provincia de Gerona. Es un hermoso lugar rodeado de montañas. Las palabras se me quedan cortas a la hora de expresar lo que sentí al verlo.
Sólo se puede acceder a él pateando piedras o cogiendo el tren cremallera. No sé cómo es el camino si se va descubriendo conforme los pies van dando pasos, pero la subia a lomos del cremallera es una auténtica maravilla. Conforme el tren asciende, el paisaje se va cerrando, tienes la impresión de quedar aprisionado entre las montañas, éstas se van acercando lentamente a derecha e izquierda. Imposible imaginar el final del trayecto, es como si el paisaje mismo te estuviera reservando la sorpesa final, esa que te hace exclamar ¡oh! cuando te muestra la majestuosidad del valle. De repente las montañas se distancian, se alejan para dar paso a un valle imposible, parece imposible que allá arriba exista un valle. Un lugar rodeado por montañas que más bien parecen pequeños montículos al alcance de la mano. Con razón el nombre Nuria significa "lugar entre colinas".
Un pequeño lago te da la bienvenida, un albergue te da cobijo y un santuario te invita a la oración. Todo el conjunto te habla de recogimiento, de majestuosidad y sencillez, te sientes minúsculo ante tanta grandeza, la grandeza del paisaje. No faltan un hotel de alto copete y la tienda de recuerdos, pero queda preservado del bullicio, de la comercialización sin freno que existe en otros lugares. El hecho de que la forma de llegar se encuentre tan restringida hace posible que uno sienta que se encuentra en un lugar especial
Allá arriba hace frío, mucho frío. La calefacción del hotel se mantiene encendida durante toda la noche y las señoras acuden a misa con abrigo de pieles apesar de estar en agosto. Hacia las seis de la tarde la raca empieza a cubrir el valle, la ves bajar lenta e inexorablemente hasta cubrirlo todo. Es hora, pues, de recogerse hasta que el primer rayo del sol te anuncia que un nuevo día comienza. Es hora de salir al aire libre y sin darte cuenta vas caminando en busca del sol todavía esquivo, no hay que subir demasiado, y no es extraño que encuentres ya cantidad de personas que al igual que tú, han llegado hasta allí guiados por el mismo sol. Impresiona el silencio, tan sólo un buenos días o un ligero movimiento de cabeza a modo de saludo, el resto es contemplar, resulta fácil mantener el silencio, estar allí es en sí mismo un regalo de valor incalculable.
Conforme el día avanza, se siente el calor del sol y el calor de la gente, como si de una gran familia se tratase. Algunos han iniciado la marcha hacia alguno de los picos más próximos, próximos en apariencia ya que de hecho se encuentran a varias horas de camino. Otros simplemente caminan por el valle y los ojos no se cansan de contemplar el paisaje.
Son muchos los años que han pasado desde aquel viaje y sin embargo guardo en mi memoria toda su majestuosidad, su grandeza y su belleza pues así es como lo ví y lo viví. Espero poder volver allí algún día y enseñarle a mi hija Nuria este lugar entre colinas.

sábado, 15 de noviembre de 2008

El dique seco


Ha sonado el despertador, y aunque llevaba un buen rato con los ojos como platos, se levanta de mala uva, y es que a la vejez, se acorta el dormir y se alarga el gruñir. El desayuno está preparado en la mesa que ocupa un rincón de la vieja cocina. Lo mira de reojo preguntándose qué nuevas le traerá el día recién nacido. En la mesa un tazón de leche y un pedazo de torta. Se sienta con resignación mientras murmura para sus adentros, "qué le vamos a hacer, a falta de pan, buenas son tortas". No se le escapa a la vista el puchero en el que ya empieza a borbotear lo que será la comida. No está mal, un poco pronto tal vez, pero mejor antes que después. Delante del tazón encuentra, como todos los días, el periódico local. Alcanza a ver el titular de la primera página y decide dejarlo para más tarde, cuando con la ayuda de sus gafas pueda sumergirse en el mar de palabras. Total, se dice resignado, traerá lo mismo de todos los días.


Concluído el desayuno y el periódico ya deshecho descansa en el montón del papel deshauciado, coge su gorra y su bastón y con un andar pausado inicia su paseo, el mismo recorrido de todos los días. La calle, aún desierta, espera el momento del trajín, del bullicio, de la rutina. Llega a la plaza y se saluda con un par de paisanos, no hace falta abrir la boca, un simple movimiento de cabeza es suficiente, se conocen de toda la vida. Pero hoy no se detiene a charlar con ellos, sigue adelante, ajeno al requerimiento de aquéllos. No hay palabras, no hay explicación alguna y aunque ellos la esperan, él sigue adelante haciendo caso omiso de cuanto le rodea.


Hoy a comenzado como un día más, ha seguido su rutina sin salirse ni un ápice, pero por algún motivo hoy no es igual que todos los ayeres que tiene en su haber. Hoy sigue caminando, un paso tras otro, temeroso de olvidar cómo se hace si llegara a detenerse. No obstante no es el olvido lo que le preocupa, en realidad no piensa en nada, solo camina, ni siquiera se fija en el viejo roble que ha conocido igual desde niño, ni siquiera percibe la brisa de la mañana cálida y suave, solo camina y los pies le llevan hasta su pequeño huerto, ese pedazo de tierra que ha trabajado con ahínco durante años, tantos que ya ni los puede recordar. Una rama del peral se ha partido y yace inerte sobre la tierra, tal vez la tormenta de anoche ha querido dejar su huella en esa rama que ya no producirá frutos. Sigue caminando. Su huerto ha quedado atrás, también sus amigos han quedado atrás, y su casa, su pueblo, su vida, todo queda atrás. Sigue caminando y camina solo, sabe que para ese recorrido no hay compañía, es su camino. Hoy le ha tocado a él emprenderlo, muchos le han precedido y otros muchos lo andarán después, paso a paso, en silencio, en soledad.


Ya se encuentra muy lejos, pero no importa, no le preocupa lo que va dejando tras de sí, ni siquiera piensa en ello, tan solo camina. Sin un adiós, no hace falta, sin una palabra, no hacen falta, sin echar la vista atrás, únicamente importa el camino, importa seguir caminando. A cada paso se ha ido despojando de lo que le ataba a la tierra, hasta la tierra misma ha quedado atrás, no la necesita para seguir adelante, diríase que flota, ha dejado toda atadura. Y en su mirada se dibuja una sonrisa.


miércoles, 12 de noviembre de 2008

¿2 x 2?


El domingo pasado escuché en el telediario la siguiente noticia: "Para equiparar las titulaciones a nivel europeo, los que quieran trabajar en la enseñanza tendrán que hacer un máster en el que, otras cosas, tendrán que estudiar pedagogía, porque no cuenta tanto lo que se sepa sino cómo se enseñe". Hasta aquí no puedo estar más de acuerdo, aunque la alegría duró lo que dura un suspiro, porque a continuación dijeron: " en España, tal máster durará un año aunque en el resto de países tiene una duración de dos años". Y aún hay más, "en España llevamos muchos años de retraso en este tema". O sea, que para arreglar el desaguisado, en España se ofrece un barato del susodicho máster. No está mal, llegamos tarde y encima mal, vamos, una versión descafeinada. Y digo yo, si tan mal funciona la educación del país, si tan mal preparados tenemos al personal, ¿no sería mejor meterles caña en lugar de hacer una ñapa?. Porque eso es lo quieren hacer, un apaño que no va a solucionar gran cosa. Los futuros educadores seguirán estando mal preparados para realizar su tarea y encima un año más en la universidad. No me extraña que el gallinero se haya alborotado, les van a sacar otro pastón (a sus resignados padres en la mayoría de los casos) y total p'a ná.


Y es que esto es España: llegar tarde y mal. ¿Cuándo se darán cuenta (quienes tengan que darse cuenta) que el problema de la educación en España es más grave de lo que los políticos quieren admitir? y eso que lo que se dice admitir, lo admiten. Yo no entiendo nada, aunque claro, primero haría falta saber cuántos educadores componen el Ministerio de Enseñanza (o como quiera que lo llamen ahora, porque de enseñanza más bien poco), cuántos de esos sesudos señores (y señoras, mitad y mitad) han pisado un aula (no cuentan los años de escolares). Que alguien les diga que sobran teóricos y faltan prácticos de la enseñanza. Teorizar es fácil, cualquiera con cierta labia es capaz de hacerlo (con frecuencia tengo mis dudas si los teóricos saben ellos mismos de lo que están hablando), pero lo otro..., qué poco saben del día a día, qué poco polvillo de tiza han tenido que respirar, qué poco saben de lo que les ronda por la cabeza a los adolescentes, qué poco saben, en definitiva, de lo que significa abrir una puerta y entrar en un aula.


El máster ese, que lo hagan primero los mandamases, pero bien hecho, que para tiritas echamos mano del botiquín casero y asunto concluído. O mejor aún, que se metan en un aula atestada de niños o jovenzuelos y que no salgan de ella hasta que el polvillo de la tiza les llene los pulmones. Y si ya no se estila lo de la tiza, da lo mismo, la tiza a la que me refiero sigue estando vigente.


lunes, 10 de noviembre de 2008

Niebla

Hoy es uno de esos días en los que la ciudad se ha despertado arropada por un manto frío y gris. No invita al paseo sino al recogimiento. Uno se siente atrapado, y la inspiración se desvanece. Día para la melancolía y la nostalgia en el que la gente camina cubriéndose el rostro. Diríase que el andante se dedica a contar los baldosines de las aceras, nadie se mira a la cara, todos se ocultan. Cabría esperar un destello de luz en algún caminante despistado, ese que se atreve a despojarse de sus vestiduras grises anunciando que tras la niebla se encuentra el sol.


Es difícil creer en la existencia del sol cuando la niebla anida en el corazón del ser humano. Creer en la bondad, la sinceridad, el afecto, creer en la valía de uno mismo, creer...

En un momento dado, la cortina de niebla se retira por unos instantes para luego echar el cierre con más persistencia. Nos ha permitido vislumbrar el sol, como un guiño pasajero, como una burla macabra para luego volver a ocultarlo tras un tupido velo que ya nada deja traspasar.

Por un momento diríase que todo vuelve a su ser, a lo que debería ser, a lo que esperaría ser, pero... sólo ha sido un pequeño atisbo de luz, la pesadumbre vuelve a su nido y esta vez se encuentra cómoda, no quiere abandonarlo. Ha sido un engaño cruel, un aviso claro y contundente "aquí está el sol pero no permitiré que entre en tu casa, hoy me pertenece"

Y el día termina más obscuro de lo habitual, a la oscuridad de la noche hoy se suma la negrura que trae la niebla. La ciudad queda desierta antes de lo habitual, todo viviente se refugia en su agujero, aquél en el que se siente seguro y a salvo de la oscuridad. ¿Y mañana? no sabemos qué nos deparará el nuevo día, queda la esperanza de que sea, por lo menos, algo más claro que el que ya toca a su fin.

Es costoso pensar en el mañana cuando el hoy no presagia ningún cambio. Sin embargo, el mañana llegará y lo que nos depare no se sabrá hasta que toque a su fin. La esperanza lucha por hacerse un hueco en el corazón del hombre, la fe a tientas busca la llave que abra la puerta del alma, y el amor no permite la rendición.
Hasta mañana

sábado, 8 de noviembre de 2008

Chicas y chicos de oro



Hace pocos días rescaté del olvido esta entrañable y divertida serie. Cuatro señoras que protagonizan mil y una historias a cuál más divertida, pero siempre con un mensaje entre líneas sobre la convivencia, las relaciones personales y la superación.

No obstante ahora quiero hablar no de estas cuatro chicas de oro sino de las que podemos encontrar muy cerca de nosotros. Yo tengo el orgullo de contar entre mis alumnos con unas chicas de oro para admirar. Tres mujeres mayores (o por lo menos eso indican sus respectivos DNI) que están dispuestas a estudiar matemáticas. Normalmente trabajo con alumnos algo más jovencitos, esos a los que por algún extraño motivo, se les atragantan las matemáticas. Sin embargo, ahora puedo premusir de poder contar con la presencia de tres mujeres de aupa para las que aprender ¡matemáticas! se ha convertido en un reto y están dispuestas a aprender. Resulta contagioso su afán por comprender eso que han tenido atragantado desde hace ni se sabe el tiempo.

La edad no es ningún obstáculo para hacer cosas nuevas. Desde aquí quiero aplaudir a tantas personas ¿mayores? que siguen ilusionándose con nuevas cosas, que se atreven con aquello que parece les está vedado, que nos dan ejemplo de superación. Lo mejor de todo es que no se agobian, van a su paso y nos demuestran que lo importante es seguir caminando, que nunca es tarde para aprender, que cada día tiene un montón de posibilidades, en definitiva, que la edad no es impedimento para seguir disfrutando de la vida.

Ojala cuando seamos chicas o chicos de oro, tengamos ese ímpetu, esa ilusión y esa decisión por llevar adelante un nuevo proyecto. Olé por ellas y por ellos.

viernes, 7 de noviembre de 2008

¿Mando a distancia?



Un gran invento el del "mando a distancia" Te sientas en el sofá y te preparas para ver tu película favorita, para escuchar tu música, para grabar ese programa que tanto te interesa, para reajustar el sonido de tu home cinema, para... Y allí lo tienes, el mando a distancia, ese maravilloso invento que te permite realizar una variada gama de actividades sin necesidad de abandonar tu hueco del sofá, ese hueco que con el paso del tiempo te reconoce (a lo Homer Simpson). Todo es perfecto. Pero ¿he dicho que allí lo tienes?, eso es lo que te gustaría porque la verdad es que el mando a distancia nunca lo tienes a mano cuando lo necesitas. Y no podría ser de otra manera, su mismo nombre lo indica: "mando a distancia", es decir, mando que está a distancia, porque siempre que lo necesitas está... a distancia. Ya puedes adjudicarle una ubicación, colocar un guardamandos de cualquier tipo, que siempre que lo necesites estará... a distancia.
Una vez acomodado en tu hueco, alargas el brazo para echar mano del mando y ¡oh sorpresa! está al otro extremo de la habitación, o mejor aún, alguien se ha apoderado de él, y ya se sabe, quien tiene el mando, tiene el poder. Adiós a tu película, tu música, adiós a tu plan.
Lo mejor de este artilugio es que proporciona un interesante juego (de habilidad) entre los miembros de la familia, juego que produce un fenómeno extraño en la pantalla del televisor cuando el susodicho artefacto pasa de mano en mano: aparece en la pantalla un Matías Prats al uso que da paso a la última noticia y allí están los chicos del internado recorriendo los pasadizos del colegio. Sus caras de sorpresa presagian que acaban de descubrir algo, ¿qué será?, nada más y nada menos que a un señor trajeado interrogando a otro señor (también trajeado) acerca del avance de las obras en el túnel de Villaronda de abajo. El experto explica cómo avanzan las obras y para ilustrarlo da paso a un vídeo en el que un pobre desdichado en cueros se ha quedado sin agua caliente en la ducha, con gran decisión se dirige al teléfono para contratar gas natural mientras alguien acecha en la oscuridad esperando el momento de echar el guante al tesoro escondido en los pasadizos (del internado), pero lejos de alcanzar su objetivo se ve rodeado por un grupo de policías al mando del Comisario Castilla que están efectuando una redada en el garito de turno, en medio de la algarabía Matías Prats consigue abrirse paso para darnos las buenas noches y finalmente, la nada, la tele se ha muerto y es que con tanto ir y venir, el pobre mando ha ido a parar a la guarida de los peces, también ellos quieren participar en este juego familiar.
Y es que el mando a distancia tiene muchas cualidades: estrecha los lazos familiares, crea la televisión interactiva, favorece el ejercicio, ejercita la creatividad, ... Lo dicho, es perfecto. Pero aún hay más, porque ¿cuántos mandos podemos llegar a tener? El mando a distancia pone a prueba nuestra paciencia: enciendes la tele y arranca el CD de rock que alguien ha dejado olvidado en la cadena de música, quieres grabar un programa y el haítáculo se llena de ruidos, ajustas el sonido de la caja de sonido y aparecen los hombres de Paco, aunque el no va más es cuando suena el teléfono y contestas con el mando o enciendes el televisor con el teléfono.
Atadle un cordel al mando y, en su caso, una etiqueta, que cuando vayáis a necesitarlo estará... A DISTANCIA.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Si lloras por el sol...



Allá por los años setenta cuando Hipatia hincaba codos en la universidad, soñaba con la posibilidad de dedicarse a la enseñanza. Y tuvo la suerte de poder hacer realidad su sueño durante tres años. Por aquella época tener delante a cuarenta alumnos era de lo más normal, y sin embargo ella podía llegar a conocerlos a todos y cada uno de ellos, aunque algo siempre se le escapara, conocía no sólo sus cabezas sino también sus inquietudes y problemas. Le decían que impartiendo clase de matemáticas no se podía llegar a conocer a los pupilos, nada más lejos de la realidad.




Como he dicho Hipatia sólo puedo realizar su tarea educadora durante tres años. Después la vida le fue poniendo zancadillas y no tuvo más remedio que apechugar y tirar p'alante por otros derroteros. En muchas ocasiones ha pensado qué desperdicio de esfuerzo el suyo por no poder realizar el trabajo que tanto ansiaba. Por ese motivo cuando se encuentra con profesores que no lo son de verdad, a los que llama trabajadores de la enseñanza y no educadores, algo le quema por dentro. Suele decir que mejor estarían picando piedra y siente lástima de ellas. Porque dedicarse a la enseñanza no lo puede hacer cualquiera que tenga un título colgado en un bonito cuadro, hace falta tener vocación de educador, y eso no se aprende en la universidad, eso se lleva por dentro.




A su manera Hipatia ha rehecho su vida y también a su manera ejerce de educadora, no por conformismo, sino sabedora de que hay otras formas de realizar un mismo trabajo. No obstante, un deje de amargura fluye en sus palabras cuando rememora el pasado y piensa en lo que pudo haber sido y no lo fue.




Todos o casi todos, podremos expresar algo parecido, en uno u otro aspecto, y a todos ellos, a Hipatia y a mí misma, les digo: "Si de noche lloras por el sol, las lágrimas de tus ojos te impedirán ver la luz de las estrellas".


Nota: Hipatia es conocida como la primera matemática de la historia. Su nombre significa "la más grande".

martes, 4 de noviembre de 2008

Bien vale una sonrisa



Recuerdo con una pequeña sonrisa aquél 4 latas familiar. Te lo voy a presentar, es fácil de imaginar: tenía un asiento delantero ocupado por el chófer, el copiloto y el que iba en medio (éste muy preto al copiloto para no entorpercer la maniobrabilidad del Fernando Alonso al uso), un asiento trasero con cinco ocupantes (cuatro iban sentados muy junticos y el quinto en el regazo de uno de ellos, pidiera o no ¡apa!) y un asiento (de fabricación propia) en lo que venía a ser el maletero, ocupado por otras tres personitas. Si las cuentas no fallan, cabían once personas. Pero no paraba allí la cosa, porque arriba de este mostruo, en la vaca y bien sujeto, iba el equipaje de todos sus ocupantes para unos tres meses.

En cierta ocasión al descargar en Jaca, destino de las vacaciones de verano, dos señoras de las de entonces que estaban tomando la fresca, al vernos desembarcar exclamaron con asombro, cuando ya habían abandonado el haitáculo la mitad de sus ocupantes: ¡pero aún salen más! Y es que era todo un espectáculo ver cómo salían chiquillos por los cuatro costados de aquél magnífico choche. Aunque lo mejor era el viaje en sí mismo. Cuatro horas desde Zaragoza hasta Jaca, sin parada alguna y sin cantearse ninguno, entre otras cosas porque no había espacio para tamaña pretensión. Y ¡claro! de alguna forma había que pasar el tiempo porque cuatro horas eran cuatro horas (eso no ha cambiado con el paso de los años) así que se oían cantos (un elefante... dos elefantes...), juegos como el veo veo, el que encontraba cómo acomodar la cabeza echaba un sueñecito, y los últimos kilómetro se veían pasar al compás del rosario. Es lo que podríamos llamar "un auténtico viaje familiar".

Ahora tal hazaña sería impensable, sobre todo si tenemos en cuenta que hasta los 12 años es obligatorio el uso de la sillita especial, ¿cómo meter en aquél cacharro 9 sillitas de estas?, lo dicho, totalmente imposible y no digamos nada acerca de la multa que ello originaría. Los tiempos cambian, lo que antaño era posible y permisible, se ha tornado en imposible e impermisible. Por otra parte también han cambiado las costumbres porque nosotros hemos cambiado. No obstante el ayer siempre perdurará, y aunque sólo sirva para arrancar una sonrisa ya merece la pena recordarlo.

Hoy te dejo con una invitación: recuerda un retazo de tu historia, revívela con cariño y comprueba que una sonrisa se ha dibujado en tu cara. Si de paso quieres compartirla, tal vez consigas fabricar montones sonrisas en montones de rostros, que buena falta nos hacen.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Feliz Navidad ¿ya?



Me llevé una gran sorpresa cuando ayer escuché, en las noticias, que ya habían comenzado a adornarse las calles de algunas ciudades con las características bombillas de Navidad.
He dicho gran sorpresa, lo que no significa que fuera grata. Las navidades son fiestas consumistas, y dado que estamos en crisis, este año quieren recordárnoslo con bastante tiempo. Y digo yo, si estamos en crisis nos olvidamos de las bombillas de colores 0 ¿dejaría de existir la Navidad por ello?; si estamos en crisis, nos olvidamos de esos manjares que dejan temblando el bolsillo y reunimos a la familia alrededor de una tortilla de patata, por ejemplo, o ¿dejaría de existir la Navidad si no comemos en plan cuatro tenedores?; si estamos en crisis, dejamos de hacer esos regalos de compromiso que cuestan un pastón y se agradecen por compromiso para a continuación arrinconarlo en cualquier rincón, o ¿dejaría de exisitir la Navidad si no vamos cargados de regalos?.
No sería mala idea emplear este año tan "crisoso" para recuperar el espíritu navideño. Sin embargo, no sé qué me asusta más, o soportar tanta eclosión de luz y color o el falso espíritu navideño. Y me explico. Ser "bueno" durante unos días para luego dar zancadillas el resto del año, o fingir serlo para volver a la carga después. Prefiero el estallido de color, al fin y al cabo es problema de cada viviente colocar cien bombillas o una, prepara una cena de alto estanding o cocinar una tortilla, comprar un regalo inútil o fabricar uno propio. Del espíritu navideño, mejor no decir nada.
Prefiero esperar al 25 de diciembre para desearte feliz navidad en el caso que decida hacerlo.

sábado, 1 de noviembre de 2008

Caminando





Un camino, un caminante, un árbol. Al fondo una montaña y por encima la niebla ocultando la cima. La cima existe, aunque no sea visible, aunque nunca haya trepado hasta ella, aunque esté lejos. Para poder alcanzarla tal vez el caminante tenga que avanzar en dirección contraria para en algún recodo del camino, retomar el camino que conduce a ella.



¿Qué es más importante? Saber que existe o poder llegar a ella, caminar sin detenerse o descansar cuando las fuerzas fallen, esperar que levante la niebla o seguir adelante a pesar de todo, empeñarse en conseguirlo o esperar un momento más adecuado. Cada uno tendrá su propia y particular respuesta. No por ser diferentes una será más acertada que otra, porque cada uno tiene su propia visión del paisaje, sus intereses concretos y su forma de afrontar los baches del camino. ¿Qué es, en definitiva, lo único que de verdad importa? Cada uno interpreta las señales a su manera, dentro del contexto de sus sentimientos e ideales, en esa parcela donde nadie salvo él mismo puede acceder. Lo importante es respetar y aceptar lo otro, no comprenderlo tan siquiera porque haría falta ser el otro y eso por fortuna nunca ocurrirá.



Un deseo bueno para ti, ese que tú sabes y yo no necesito conocer.

viernes, 31 de octubre de 2008

¿Brujas? ¡Brujas!... Brujas

Hermosas criaturas las brujas, siempre tan discretas, amables, educadas, tan oportunas, cariñosas, bienintencionadas, tan, tan... la lista de calificativos sería demasiado larga. La cuestión es que haberlas, "¡ay!las", y sino mira a tu alrededor, abundan como las moscas y al igual que ellas, están siempre dando la caña, allí donde algo huele a podrido siempre encontrarás alguna, y aunque no huela, también andarán revoloteando esperando el mínimo descuido para abalanzarse sobre... Bueno mejor dejarlo, está claro que no estoy hablando de las simpáticas criaturas que, como se muestra en la imagen, portan sombrero puntiagudo y montan en escobas.




Me estoy refiriendo, como ya habrás deducido (¿o no...?) a las brujas informáticas. Algunos las llaman duendes, pero de duendes nada de nada. Cuando menos te lo esperas, ¡chaf! se colapsa el ordenador y siempre cuando estás a punto de cerrar el archivo en el que has estado trabajando horas (o menos). Y no digamos de las brujas que purulan por la red, esas son las mejores, o te envían una remesa de virus que no hay antibiótico que los aniquile, o simplemente pierdes las conexión. En el primer caso y si estás de enhorabuena, haces un barrido (creo que la alusión a la escoba no es demasiado afortunada) y a limpiar pero... ¿y cuándo pierdes la conexión?, en este caso te armas de paciencia, llamas al servicio técnico y tras media hora de abrir, señalar, botón derecho, cerrrar ventanas, vuelta a abrir, mirar las lucecitas del router (que parece un semáforo sin control), vuelta a abrir, más botón secundario del ratón sobre un icono, en una pestaña, cerrar..., en resumen, tras media hora (en el mejor de los casos) de una actividad desenfrenada parece que todo vuelve a funcionar. Y allí está lo mejor de todo, "parece" porque a la mínima vuelta a empezar. Y el no va más es que cuando ya se te ha dormido el brazo de sujetar el teléfono y la oreja parece un tomate, te dicen como quien no quiere la cosa que cambies de antivirus, que aprendas a configurarlo o cualquier otra lindeza con toda la ¿educación? y ¿respeto? posible.

¡Las brujas! ¿qué haríamos sin ellas? Sólo por poner un ejemplo, este pequeño y sentido homenaje a las brujas ha tardado día y medio en salir a la luz, la explicación aparece unas líneas más arriba. A propósito, las brujas a las que me refería al principio no son las que vuelan por la red, a buen entendedor con pocas palabras basta.

Que las brujas os acompañen, las brujas buenas, ¡claro!













jueves, 30 de octubre de 2008

Oda a la máquina de escribir



¿Qué ha sido de las tan añoradas máquinas de escribir? Eran fascinantes: colocar el papel en el carro, girar el rodillo hasta alinear la hoja, establecer los márgenes con las patillas, y teclear, así de fácil. ¡Y hemos arrinconado tan maravilloso artilugio de escritura por un ordenador! La gente está loca, ¿no te parece?

Vayamos por partes. Antes te equivocabas al aporrerar una tecla (teniendo mucho cuidado de no encasquillar el dedo entre las teclas quedando dolorido y maltrecho) y no tenías más que dar al retroceso, luego la tecla de borrado (que casi siempre fallaba) y a continuación presionar la tecla adecuada, ¡nada más fácil!. Ahora hacemos lo mismo con los ordenadores, eso sí, el borrado es impecable, total una minucia de nada.

Antes sabías cuándo dar a la palanquita de avance de línea al sonido de un suave y familiar ¡clong!. Ahora en cambio, ni te enteras cuándo termina una línea y empieza la siguiente. ¡La máquina nos domina!

Antes tenías que machacar dos teclas a la vez para obtener las mayúsculas, ¡ah, las mayúsculas! era emocionante ver cómo se elevaba suavemente el carro y ¡oh milagro! se imprimía una mayúscula. Ahora..., ahora hacemos lo mismo, sólo que no se eleva el monitor, ¡cuánta emoción hemos perdido!

Antes tenías que seguir todo un ritual cada vez que llegabas al final de una hoja (en muchas ocasiones tal ritual comenzaba cuando te percatabas de que estabas escribiendo encima del rodillo, ¡minucias!), pues eso, cuando llegabas al final de una hoja, tenías el enorme placer de sentir el suave tacto del papel entre tus manos, la obra recién salida del horno, asistías al momento de alumbrar una nueva hoja impecable, (cierto que había muchos abortos, pero uno no se amilanaba por eso, total solo era cuestión de volver a empezar desde el principio, todo un gran acontecimiento). Ahora..., ahora más de lo mismo pero con la impresora, ¡pues sí que hemos avanzado!.

En definitiva ¿por qué no desenpolvar este magnífico instrumento que tantas obras magistrales ha gestado en manos tan diversas? ¿Quién ha dicho que lo antiguo no vale, que lo nuevo es mejor? ¡Ánimo, rescatemos la máquina de escribir!. Pero..., eso es lo que ocurre siempre, que hay un pero, no obstante la máquina de escribir ha sido y seguirá siendo un ¿objeto? que no debería faltar en los hogares, como una conciencia silenciosa que nos haga recordar que todo es importante, pues sin ella no existirían hoy los ¿necesarios? ordenadores.

Nota: estoy a favor del avance, de utilizar las nuevas tecnologías, pero no voy a permitir que ellas me dominen, yo las uso, no son ellas las que me utilizan, porque en definitiva es una persona la que se pone al teclado y frente al monitor, y las palabras surgen de ella hablando de uno mismo aunque no sea consciente de ello.

Hasta la próxima.

miércoles, 29 de octubre de 2008

¿Sólo nubes?



Seguro que en más de una ocasión te habrás entretenido mirando las curiosas formas de las nubes. Lo más chocante y sin embargo normal, es que cada uno ve una cosa diferente. Lo que para una persona es un ave, para otra es un pastel, o lo que para una persona representa esperanza para otra significa desconsuelo.

Dime, ¿Qué ves en estas nubes? No deja de ser una pregunta trivial y para algunos insulsa e inútil. No obstante, es una forma de comunicarnos a un nivel aparentemente superficial y sin embargo, profundo.

Una mujer que sostiene en brazos a un niño, una pareja muy acaramelada, unos ojos inquisidores, etc. Lo importante no es lo que uno ve, sino cómo lo ve y cómo lo transmite y en este punto las palabras se quedan vacías, diríase que la mejor manera de decirlo es callando.

Cuando oigo a alguien disertar largo y tendido sobre cualquier tema, me echo a temblar y tengo la tentación de pensar que si tantas son las palabras que necesita utilizar, es porque en realidad es bien poco lo que sabe o sabe tanto que le resulta imposible encasillar su saber en una herramienta tal como las palabras. Qué ocurre cuando pretendemos hablar sobre el amor, la amistad, el dolor, la esperanza, ... ocurre que no llegamos a trasmitir lo que en realidad sentimos y en esos casos tal vez sea más útil dejarnos mirar que hablar, y allí es dónde ponemos el cartel de "CERRADO".

Observa el cielo durante un minuto y dime qué ves, si te atreves.

viernes, 17 de octubre de 2008

Nunca llueve a gusto de todos

Seguro que en alguna ocasión
también tú habrás usado esta expresión. "Nunca llueve a gusto de todos". Y seguro que también la habrás escuchado en más de una ocasión. La cuestión que se plantea es el significado que tiene, o mejor dicho, qué es lo que se pretende comunicar.
Una de las causas o quizás "la causa" de que nos entendamos, resida en el hecho de asignar o atribuir distintos significados a las mismas palabras, o dicho de otra manera, olvidar que escuchar a quien nos habla entraña el mirarle a los ojos, en prestar atención a sus gestos y movimientos, en definitiva, a toda su persona. Parece que hemos olvidamos (tú, yo y muchos otros), que la expresión oral es tan sólo una parte del mensaje y razón no le falta (en parte) al que acuñó aquello de que "Más vale una imagen que mil palabras", aunque una imagen sin palabras también cojea a la hora de trasmitir cualquier mensaje, tal vez por aquello de que "Cada cual cuenta la feria según le ha ido en ella" o porque "todo depende del color del cristal con que se mira".
Una imagen, la feria, el cristal, la lluvia, ... todo ello habla de subjetividad, y el que diga que puede ser objetivo en algo está muy equivocado. Queramos o no todos quedamos reflejados en lo que decimos o callamos, en lo que mostramos u ocultamos, en lo que hacemos o dejamos de hacer. Y del mismo modo, también hay de algo de uno mismo cuando escuchamos, vemos, tocamos,... cuando entramos en contacto con el entorno y todo lo que en él aparece y sucede.

Con mis mejores deseos te regalo una lluvia, te ofrezco una imagen, te invita a una feria, te dejo un cristal...



viernes, 10 de octubre de 2008

Si dicen que digan


Dicen que no dicen nada, y "si dicen, que dizan, mientras no hazan". Esto lo decía una persona que de tonta no tenía un pelo (aunque ni siquiera sabía sabía leer y escribir), y es que la sabiduría no radica sólo en la alfabetización. Hay un saber que no lo enseñan los libros, sino la vida. Otra de sus perlas es la siguiente: "¿Ir, p'a qué?, pa dir y golver mejor no dir" Y no le faltaba razón: para ir y volver, mejor no ir.


El hombre ha pisado la Luna, de acuerdo, pero ¿tiene los pies en la tierra? ¡Cuántos hay que no pisan tierra! Los motivos pueden ser muy variados, veamos: en primer lugar están los que no ven aunque miren; en segundo lugar, los que no oyen a pesar de tener un oído muy fino; en tercer lugar, los que no dicen nada aunque no paren de hablar; en cuarto lugar, los que no sienten aunque puedan gritar de dolor o reír; y en quinto lugar, los que no huelen a nada a pesar de su afán por olfatearlo todo.


Junto a este grupo, aparecen los que pisan firme, los que tienen los pies en la tierra, a saber: en primer lugar, los que ven aunque no miren; en segundo lugar, los que oyen a pesar de tener mal oído; en tercer lugar, los que dicen mucho sin pronunciar apenas palabras; en cuarto lugar, los que sienten aunque ni gritan ni ríen; y en quinto lugar, los que huelen a pesar de su mal olfato.


¿Un juego de palabras? Tal vez.

¿Qué veo? Tal vez lo que tú ves o lo que tú nunca podrás ver. Sólo saldremos de dudas cuando nos comuniquemos.

¿Qué oigo? Sólo yo lo sé. Cuando te lo diga, tú también lo sabrás.

¿Qué digo? Tal vez lo que lo que tú ya sabes, pero sólo tal vez.

¿Qué siento? No puedo explicarlo con palabras, sin embargo, puedes llegar a comprenderlo.

¿Qué huelo? ... todo de lo que no soy consciente, lo mismo que tú.

Te propongo un reto: Juguemos a comunicarnos.
Feliz semana.











viernes, 26 de septiembre de 2008

Contar y ser contado



El tiempo es algo que en mayor o menor grado, a todos nos preocupa y nos "ocupa".

¿Por qué nos preocupa el tiempo? porque siempre necesitamos más o menos tiempo. ¿Por qué nos ocupa el tiempo? porque siempre hemos de estar ocupados en algo. Hasta los que dicen "holgazanear" de vez en cuando, están ocupados en hacer algo. Parece un contra sentido, pero si lo piensas despacio, no lo es.

El reloj es el mejor aliado y el peor enemigo. No podemos pasar sin consultarlo de cuando en cuando, y el hecho de lanzarle una ojeada nos pone en alerta máxima, ¡qué tarde es! ¡cuánto falta todavía!, etc. Hay quien piensa (y también lo dice) que seríamos mucho más felices sin relojes, sin preocuparnos por la hora, haciendo caso únicamente, del reloj biológico. ¿Te imaginas una sociedad en la que cada persona siguiera su propio reloj biológico? sería un caos en el mejor de los casos, y ahí está lo malo (o lo bueno, según se mire). El reloj es como los políticos, sin ellos no podemos vivir y con ellos, tampoco. El reloj es como las normas, sin ellas no podemos vivir pero con ellas... En total, es un mal (o un bien) con el que no hay más remedio que convivir. Muchas son las cosas con las que tenemos que convivir, pero no tantas. Es cierto que nos creamos muchas necesidades, sin embargo, ¡cuántos hay que no tienen cubiertas sus necesidades más primarias! Así es la vida.
La moraleja podría ser: "Vive el ahora, no añores lo que no tienes, procura conservar lo que merece la pena, y deja que el futuro llegue poco a poco, ese futuro tan efímero que tan apenas llega, se torna en pasado"
¡Hasta la vista!





jueves, 25 de septiembre de 2008

Agua que no has de beber, déjala correr

El agua es vida (lo hemos oído muchas veces), porque sin ella el mundo tal y como lo conocemos se acabaría. Todo esto es cierto, sin embargo, el agua también es uno de los mejores remedios antiestrés. Lo único que me gustaba del mar, en aquellos veranos de hace unos cuantos años, era escuchar el romper de las olas en las rocas tras una tormenta. LLegaban con fuerza, se oía el choque y, lo mejor de todo, la retirada del agua hacia el mar para de nuevo volver con más fuerza, con más determinación. Era un sonido tranquilizador, relajante. No era la típica calma que sigue a la tormenta, sino un después que conservaba toda su fuerza e ímpetu, como no queriendo rendirse, como queriendo trasmitir un mensaje de vitalidad, algo así como: "La tormenta forma parte de mí, me uno a ella, pero no me ha hecho daño, al contrario, me hace más fuerte"
Dicen que las adversidades curten, fortalecen,... pero es muy difícil sentirlo cuando estás en medio. Saberlo una vez han pasado es relativamente sencillo, pero... ¿y cuándo estás tan metido en ellas que no puedes ver, oír ni sentir nada más que el sufrimiento? Eso es otro cantar. También dicen, qué bien se ven los toros tras la barrera, pero qué distinto es encontrarse frente a él sin el amparo de una simple barrera.
Las personas estamos demasiado acostumbradas a hablar de lo que no conocemos y, sin embargo, callamos cuando tenemos el conocimiento suficiente para hablar, para trasmitir, para comunicar. No me refiero a esa comunicación basada en el hecho de trasmitir un acontecimiento ajeno a uno mismo, NO, sino a expresar aquello que ya forma parte de uno mismo, que es, por consiguiente, él mismo. Ahí radica el temor a la comunicación, porque nos reflejamos a nosotros mismos, algo nuestro se plasma en el mensaje y nos descubrimos ante los demás, y eso, siempre es arriesgado.
Hasta mañana.

Siempre hacia lo más alto


Siempre me han impresionado los árboles. obsérvalos con atención: miran siempre hacia arriba, van buscando la luz, dan sombra, oxigenan el ambiente, otorgan colorido al paisaje, tienen imágenes curiosas y, en ocasiones, intrigantes.
Representan los anhelos e ideales, las ansias de superación. Nos hablan de optimismo, de avanzar. Están en continuo crecimiento.
Se dejan mecer suavemente por la brisa o se agitan violentamente por la fuerza del viento. Se doblan ante fuerzas mayores o se mantienen erguidos a pesar de las inclemencias. Despliegan sus ramas en todas las direcciones sin dar un solo paso. Pueden llegar a perder su belleza externa pero renacen con mayor esplendor si cabe. Sin embargo, también pueden llegar a caer y, de hecho, caen. Nada perdura para siempre, lo sabemos muy bien, pero sí podemos evitar que caigan prematuramente.
Dejemos a la naturaleza seguir su curso y que no se pueda decir que "aquí todo era bello hasta que llegaste tú"
Felices sueños

lunes, 22 de septiembre de 2008

Por algún sitio hay que empezar

¿Qué te sugiere la foto? Es un anochecer
o ¿quizás un amanecer?
Recuerdo una frase de "El Profeta" de Kalil Jibran en la que decía que si de noche lloras por el sol, las lágrimas te impedirán ver la luz de las estrellas.
Esta frase puede tener más de una lectura. Una hace referencia a la actitud de conformarse con lo que tienes, con lo que estás viviendo. Si ahora es de noche, toca disfrutar de las estrellas, ya llegará mañana y podrás gozar de la presencia del sol. Otra, en cambio, hace hincapie en una actitud pasiva de dejarse llevar y simplemente esperar lo que ha de venir sin necesidad de luchar por conseguirlo.
La ambigüedad está a la orden del día, aunque yo prefiero pensar, más bien, que cada persona tiene su peculiar forma de percibir lo que le rodea, de sentir, de expresarse. Mientras que para unos es un día que finaliza, para otros es el comienzo de un nuevo día lleno de posibilidades.
La noche es el final de una etapa, de un momento, paso previo al descanso. Invita a dormir, a desconectar, a pasar página. El día, a su vez, es el comienzo de algo, el punto de partida de una nueva etapa, donde tienen cabida los proyectos, el ajetreo, el movimiento. La noche es calma, el día es movimiento; la noche es descanso, el día es estar alerta; la noche es el preámbulo de la muerte, el día, al contrario, es el renacer.
No obstante, para algunos (o muchos) las cosas funcionan al revés. la noche es el inicio y el día la meta o fin de la etapa. A eso me refería cuando he dicho que la ambigüedad está a la orden del día. Nada es blanco o negro, no existe ninguna verdad universal, nada es bueno o malo en sí mismo, más bien todo depende del ojo del cristal con que se mira, todo, en definitiva, se reduce a la expresión de lo que uno es y siente, todo es subjetivo.
Todos tenemos claro lo que es una mesa, sin embargo, la forma cómo percibimos ese concepto es diferente para cada uno. Hay muchos elementos en común (elementos externos, visibles) pero no podemos saber cómo percibe la persona que tenemos al lado, lo mismo que estamos viendo, oyendo, gustando, oliendo o palpando los demás, nosostros mismos y quienquiera que se encuentre en ese instante en ese mismo sitio y esa misma situación.
El refranero encierra una gran sabiduría de la que podríamos llamar de "andar por casa" y acudiendo a él, nada más cierto que "Cada uno habla de la feria según le ha ido en ella".
Buenas noches.