jueves, 25 de septiembre de 2008

Agua que no has de beber, déjala correr

El agua es vida (lo hemos oído muchas veces), porque sin ella el mundo tal y como lo conocemos se acabaría. Todo esto es cierto, sin embargo, el agua también es uno de los mejores remedios antiestrés. Lo único que me gustaba del mar, en aquellos veranos de hace unos cuantos años, era escuchar el romper de las olas en las rocas tras una tormenta. LLegaban con fuerza, se oía el choque y, lo mejor de todo, la retirada del agua hacia el mar para de nuevo volver con más fuerza, con más determinación. Era un sonido tranquilizador, relajante. No era la típica calma que sigue a la tormenta, sino un después que conservaba toda su fuerza e ímpetu, como no queriendo rendirse, como queriendo trasmitir un mensaje de vitalidad, algo así como: "La tormenta forma parte de mí, me uno a ella, pero no me ha hecho daño, al contrario, me hace más fuerte"
Dicen que las adversidades curten, fortalecen,... pero es muy difícil sentirlo cuando estás en medio. Saberlo una vez han pasado es relativamente sencillo, pero... ¿y cuándo estás tan metido en ellas que no puedes ver, oír ni sentir nada más que el sufrimiento? Eso es otro cantar. También dicen, qué bien se ven los toros tras la barrera, pero qué distinto es encontrarse frente a él sin el amparo de una simple barrera.
Las personas estamos demasiado acostumbradas a hablar de lo que no conocemos y, sin embargo, callamos cuando tenemos el conocimiento suficiente para hablar, para trasmitir, para comunicar. No me refiero a esa comunicación basada en el hecho de trasmitir un acontecimiento ajeno a uno mismo, NO, sino a expresar aquello que ya forma parte de uno mismo, que es, por consiguiente, él mismo. Ahí radica el temor a la comunicación, porque nos reflejamos a nosotros mismos, algo nuestro se plasma en el mensaje y nos descubrimos ante los demás, y eso, siempre es arriesgado.
Hasta mañana.

2 comentarios:

Sofía Campo Diví dijo...

Pues si te gusta el romper de las olas, te dejo este enlace a mi blog, para que te recrees. Sube el volumen del ordenador y disfruta:
http://piensayescribelo.blogspot.com/2008/07/os-he-traido-un-recuerdo-un-rompeolas.html

Espero que te guste. Besicos

Mateo Bellido dijo...

Ese es el dilema:
Desnudar el alma o guardar aquello que no nos quiere salir.
Dejemos el agua correr y como dice un refrán que le he oído decir siempre a mi padre:
"Donde llegue el mar, que lleguen las arenas".
Tarde lluviosa en mi sierra malagueña. Da gusto leer y escribir frente a la ventana que tengo tan cerca.¡¡Me encanta la lluvia!!
Feliz tarde de otoño.