miércoles, 5 de noviembre de 2008

Si lloras por el sol...



Allá por los años setenta cuando Hipatia hincaba codos en la universidad, soñaba con la posibilidad de dedicarse a la enseñanza. Y tuvo la suerte de poder hacer realidad su sueño durante tres años. Por aquella época tener delante a cuarenta alumnos era de lo más normal, y sin embargo ella podía llegar a conocerlos a todos y cada uno de ellos, aunque algo siempre se le escapara, conocía no sólo sus cabezas sino también sus inquietudes y problemas. Le decían que impartiendo clase de matemáticas no se podía llegar a conocer a los pupilos, nada más lejos de la realidad.




Como he dicho Hipatia sólo puedo realizar su tarea educadora durante tres años. Después la vida le fue poniendo zancadillas y no tuvo más remedio que apechugar y tirar p'alante por otros derroteros. En muchas ocasiones ha pensado qué desperdicio de esfuerzo el suyo por no poder realizar el trabajo que tanto ansiaba. Por ese motivo cuando se encuentra con profesores que no lo son de verdad, a los que llama trabajadores de la enseñanza y no educadores, algo le quema por dentro. Suele decir que mejor estarían picando piedra y siente lástima de ellas. Porque dedicarse a la enseñanza no lo puede hacer cualquiera que tenga un título colgado en un bonito cuadro, hace falta tener vocación de educador, y eso no se aprende en la universidad, eso se lleva por dentro.




A su manera Hipatia ha rehecho su vida y también a su manera ejerce de educadora, no por conformismo, sino sabedora de que hay otras formas de realizar un mismo trabajo. No obstante, un deje de amargura fluye en sus palabras cuando rememora el pasado y piensa en lo que pudo haber sido y no lo fue.




Todos o casi todos, podremos expresar algo parecido, en uno u otro aspecto, y a todos ellos, a Hipatia y a mí misma, les digo: "Si de noche lloras por el sol, las lágrimas de tus ojos te impedirán ver la luz de las estrellas".


Nota: Hipatia es conocida como la primera matemática de la historia. Su nombre significa "la más grande".

3 comentarios:

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

La gran Hipatia de Alejandría. Una de "mis" heroinas. Símbolo imperecedero de la ciencia. Me agrieto cuando recuerdo su triste final por unos cristianos exaltados.

Qué precioso homenaje tu texto y que importante tener vocación para todo lo que uno desempeñe.

Saludos.

Sofía Campo Diví dijo...

Hay muchas cosas que pudieron haber sido, pero también cosas malas, sin embargo hay que mirar de frente y olvidar un pasado que a veces solo sirve para torturarnos. Si caminas mirando atrás, puede ocurrir que no veas la farola que estás a punto de tragarte. En cuanto a Hipatía, creo que la asesinaron por saber y hablar de sus conocimientos, han pasado muchos años pero todavía se sigue "linchando" a las mujeres que saben más que los hombres. besicos

Mateo Bellido dijo...

Me gusta notar la rabia en el alma del inconformismo.
Yo tuve suerte y cumplí mi sueño de ayudar a aprender a pequeños y grandes. Son ya 25 años en la educación pública; pero no tenía yo ni 13 años y daba clases particulares en verano a otros de mi misma edad e, incluso a mayores que necesitaban el graduado escolar.
Un beso compañera.