viernes, 28 de noviembre de 2008

La a es la primera


Antes que salga el sol
Acurrucado entre las mantas,
Amante del silencio,
Abre tus ojos somnolientos.
Abre el torrente cálido
Aséate, sin olvidar las legañas,
Admírate en el espejo y
Atusa ese cabello rebelde.
Alimenta tu cuerpo entumecido,
Asoma la nariz
Al mundo exterior y
Abrígate hasta las orejas.
¡Ánimo! la nueva jornada
Acaba de empezar.
Acóplate en tu asiento,
Arrincona la pereza
Antes que el jefe
Aparezca a hurtadillas
Aquello que no terminaste
Ayer a última hora,
Ahora te aguarda impasible
Alojado en quién sabe dónde.
A la hora del almuerzo
Acallas el rugir de tus entrañas
Abriendo la boca sin freno
Al filete con patatas.
Añoras el refugio de tu casa
Ansías tu reencuentro con ella
A la hora señalada
Allí te irás muy deprisa.
Antes harás una paradica
Aún te queda tiempo,
A los amigos hay que cuidar
A menos que otro plan te espere.
Así un día y otro también,
Al curro desde casa,
A casa desde el curro.
Al fin y al cabo esto es así.
Aquí llega el final
A la cama has de ir
Al cálido arrumaco
¡Ay, pobre de tí!

jueves, 27 de noviembre de 2008

Día del Maestro



Dijo, entonces, un maestro: Háblanos del Enseñar.


Y él respondió:


Nadie puede revelarnos más de lo que reposa ya dormido a medias en el alba de nuestro conocimiento.


El maestro que camina a la sombra del templo, en medio de sus discípulos, no les da de su sabiduría, sino, más bien, de su fe y de su afecto.


Si él es sabio de verdad, no os pedirá que entréis en la casa de su sabiduría, sino que os guiará, más bien, hasta el umbral de vuestro propio espíritu.


El astrónomo puede hablaros de su comprensión del espacio, pero no puede cantaros ese conocimiento.


El músico puede cantaros el ritmo que existe en todo ámbito, pero no puede daros el oído que detiene el ritmo ni la voz que le hace eco. Y el que es versado en la ciencia de los números puede hablaros de las regiones del peso y la medida, pero no puede conduciros a ellas. Porque la visión de un hombre no presta sus alas a otro hombre.


Y, así, como cada uno de vosotros se halla solo ante el conocimiento de Dios, así debe cada uno de vosotros estar solo en su comprensión de Dios y en su conocimiento de la tierra.
Tomado de El Profeta de Khalil Gibran
Felicidades a todos los maestros, maestros de vocación, a todos aquellos que ya dejaron de ejercer y a los que día tras día abren la puerta del aula con esperanza e ilusión.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Toc, toc, ¿quién soy?


Toc, toc
¿Quién llama?
Deberías saberlo, tú me has llamado
No recuerdo haberte llamado
Primero deberías preguntarme quién soy
Está bien, ¿quién eres?
Deberías saberlo, tú me has llamado
(está visto que el oído no le funciona bien) Repito que yo no te he llamado
Mírate en el espejo
(no entiendo nada, mejor le sigo la corriente) Ya lo he hecho
¿Qué ves?
(pues vaya preguntita…) Un tipo que se parece a mí
(Este se está pasando de listillo) Ahí tienes la respuesta
(ya es oficial, majareta perdido) ¿Eres yo?
No, yo no soy tú, tú eres yo
Es lo que acabo de decirte
Creo que te equivocas. Tú has dicho que yo soy tú, pero yo no soy tú, sino que tú eres yo
(Mejor me olvido o me veo en un psiquiátrico)
¿Por qué no me dices lo que estás pensando?
(esto no está pasando. Pero ¿quién me habla?)
Toc, toc
(pues no se ha largado. ¿Qué le digo para que me deje en paz?) Tienes razón, tú eres yo
Que no te enteras majete, acabo de decirte que yo no soy tú
Pues eso he dicho, que tú eres yo
(Está visto que no se entera, a ver si con la siguiente tengo más suerte) ¿Dónde estoy?
(pito, pito, golgorito,…) Estás en mi cabeza (esta vez he dado en el blanco)
(este se piensa que me engaña) Frío, frío
Pues sí, hace bastante frío
¿Quién te ha preguntado por el tiempo?. Digo que frío, frío te vas a quedar si no sabes contestarme
¿Se puede saber por qué me estás dando la tabarra?
Las preguntas las hago yo
(no te fastidia, encima respondón) Me largo, adiós
No te va a servir de nada
(¿pero que estoy haciendo?, estoy hablando solo)
¿No dices nada?
Digo que me dejes en paz, me estás hinchando las narices
(Esto mejora, por lo menos tiene genio) Voy a recordarte la pregunta: ¿quién soy?
(¿dónde está el número del loquero?)
Te lo preguntaré de otra forma, ¿cuántos son uno más uno?
(creo que se llamaba Dr. Ma…) A eso sí puedo responderte y no me vengas con historias. Uno más uno es igual a dos
Cero
¿Cero?
Sí, cero, no has contestado bien a mi pregunta
(tranquilo, Dr. Mart…, ¿dónde estará el dichoso número?) 1 + 1 = 2, lo que te había dicho, la calculadora me da la razón
¿Y de qué te sirve una calculadora para lo que te pregunto?
(… tal vez este en la agenda) No sé lo que pretendes, para volverme loco no necesito ninguna ayuda, gracias
De nada
(Y se creerá que tiene gracia, ¿dónde he metido mi agenda?) Haznos un favor, a mí y al mundo, ¡desaparece!
Si desaparezco, tú también desaparecerás (creo que ya lo he mareado bastante, a la siguiente le echo un cable)
Para que te enteres, yo no voy a ninguna parte (agenda, ¿dónde estás?) y menos contigo
Está bien, te daré una pista. Uno más uno es igual a uno
(Loco, loco de remate, pero…) Estás como una chota
No vivo en una choza, pero casi
(encima sordo como una tapia y la agenda sin aparecer) Te propongo un trato, tú te callas y yo…
Me callaré cuando tú quieras
(No se ha fastidiado, haberlo dicho antes) Quiero que te calles
No puedo, no me dejas
(en el cajón no está, en la mesa…, tampoco, lo que me faltaba, he perdido mi agenda. Y si…) Si tanto te gusta hablar que no te callas ni debajo del agua, dime, ¿dónde está mi agenda?
Mira debajo de ese de montón de papeles que tienes a tu derecha, al lado de la calculadora
Gracias
De nada
(Dios mío, está donde él me ha dicho) ¿Es este uno de esos programas de cámara oculta?
Frío, frío
Me rindo. La agenda estaba dónde tú me has dicho, te ogio (perdón) te oigo aunque no te veo. Estoy loco de remate
¿Te rindes ahora que estabas tan cerca? Eso sí que no me lo esperaba
(no te digo, ahora que estabas tan cerca, sí, del manicomio) Tú no eres yo, pero yo soy tú; hablo contigo y no te veo; sabes dónde tengo mi agenda ¿y qué más? Ah sí, uno más uno es igual a uno. Y para más inri me dices que ahora estoy cerca
Ya veo que resumes muy bien la situación, ahora contesta a mi pregunta y te dejaré en paz (de momento)
¿Qué pregunta? Con tanto ir y venir ya no sé ni dónde tengo la cabeza
¿Quién soy yo?
(Ah eso…, veamos, tú no eres yo, pero yo soy tú. Allá voy y que Dios reparta suerte) Yo soy tú
Hasta mañana
¿Ya está? ¿eso es todo? ¿hasta mañana?
…….
¿Me has oído? (menos mal que he encontrado la agenda, mañana que me busque en el…, mejor no le doy pistas, no vaya a ser que se presente)
(De eso puedes estar bien seguro)

domingo, 23 de noviembre de 2008

Y tú, ¿qué dices?

"Ay si tú me quisieras lo mismo que yo, pero somos marionetas bailando sin fin, en la cuerda del amor". Así era el estribillo de aquella canción eurovisiva del año 1967 que interpretó Sandie Shaw. Más tarde esta canción tuvo su réplica con un lenguaje más... de otra forma. Decía así: "Ay si tu m'adoraras lo mesmo que o, pero semos moñaquicos danzando sin fin, en la soga del querer".
Pero dejemos la música a un lado, lo que hoy me interesan son las marionetas. ¿Cuántas marionetas conoces? Antes de contestar repasemos las características que las distinguen:
1º) Carecen de vida propia
2º) Se mueven gracias a los hilos
3º) Necesitan una mano que mueva estos hilos
4º) Su armazón es de madera o de trapo
5º) El revestimiento está hecho de trozos de realidad
6º) Cuando tienes una cerca no puede reprimir el impulso de manejarla a tu antojo
7º) Las hay de todos los tamaños, formas y colores
8º) Cuando están viejas se las arrincona
9º) Salvo en los momentos que actuan, son objeto de lástima
10º) Duermen en el olvido
Ahora ya puedes responder a la pregunta: "¿Cuántas marionetas conoces?" Más de las que pensamos. Hay marionetas en la pareja y en la familia, en el colegio y el trabajo, entre los amigos, en la Iglesia y en el Congreso de los Diputados, salen en televisión, van de copas, conducen bólidos o utilitarios... Es fácil reconocerlas a pesar de la invisibilidad de los hilos. Tampoco es necesario que busques fuera, tal vez tú mismo, en alguna ocasión, hayas ejercido de marioneta. Yo me confieso, lo he sido y he manejado alguna, sin embargo, ahora reconozco los síntomas y puedo evitar ser una marioneta y lo que también es muy importante, puedo darme cuenta de cuando estoy a punto de manejar los hilos de alguna marioneta cercana.
Dí que no, no al marionetismos. No a la carencia de vida propia, no al revestimiento de trozos de realidad, no al armazón ni a los hilos, no a dormir en el olvido. Dí sí a vivir, sí a existir, sí a la autonomía, sí a la variedad, sí a dormir en el recuerdo.
Y tú, ¿qué dices?

jueves, 20 de noviembre de 2008

Un pinar, una calle, un día


Al abrir las ventanas de mi hogar puedo disfrutar de la naturaleza, es una suerte tener delante de casa un bonito pinar. El día está soleado aunque la neblina esté presente y dejo entrar la calidez del sol. Oigo, a lo lejos, el trajín de los coches, no es excesivo, por lo que lejos de molestarme me recuerdan que ahí fuera hay vida. Ningún establecimiento comercial ha querido ocupar un hueco en mi calle, de modo que la gente que camina por ella, pasea sin prisas, empapándose del sol que tan agradable resulta en invierno.


Cuándo llega la noche se convierte en una calle oscura y solitaria, que invita a guarecerse en casa, al calor del hogar. Tanto mi hija como yo nos dedicamos al estudio, ella con su recién estrenada carrera de Historia y yo con mis matemáticas intentando hacerlas un poco más sencillas y comprensibles. No me puedo quejar, aunque mi trabajo es eventual y no me permite hacer planes, por lo menos trabajo en lo que me gusta.


La mañana la dedico a visitar a mis amigos bloggeros y otros nuevos que poco a poco voy descubriendo, escribo en el mío, y trabajo en mi proyecto. Tal vez no sirva para nada, pero siento fascinación por los números primos y desde hace varios años estoy inmersa en un estudio sobre ellos. Estas dos ocupaciones, más bien hobbis, hacen que la mañana trascurra tranquila. Algunos días salgo a dar un corto paseo, siempre que la salud me lo permita. Resulta extraño que una persona andarina, como lo he sido siempre, ahora se tenga que conformar con mucho menos. Pero es lo que hay y no puedo hacer nada por ignorarlo.

Al final de la jornada siempre leo un poco, y aprovecho para ver la tele, aunque la mayoría de las veces la tenga como música de fondo. Y cuando los párpados empiezan a pesar, y las líneas del libro empiezan a bailar, cierro el libro, apago la tele, echo la llave a la puerta y... la noche dará paso a un nuevo día.

No obstante, no hay dos días iguales, siempre se añade algo nuevo a la rutina, a mi rutina: una llamada telefónica, una visita, un problema que surge, y lo mejor de todo, las chácharas que montamos mano a mano, mi hija y yo, todos los días tenemos algo con lo que reir, algo que comentar, algo que comunicar y compartir.

Un día, no uno de tantos, sino el día de hoy; no uno especial, sino el día de hoy; no uno cualquiera, sino el día de hoy.


Feliz día.

martes, 18 de noviembre de 2008

Lugar entre colinas


Hace ya muchos años que visité el valle de Núria. Se encuentra a 2.000 metros en la provincia de Gerona. Es un hermoso lugar rodeado de montañas. Las palabras se me quedan cortas a la hora de expresar lo que sentí al verlo.
Sólo se puede acceder a él pateando piedras o cogiendo el tren cremallera. No sé cómo es el camino si se va descubriendo conforme los pies van dando pasos, pero la subia a lomos del cremallera es una auténtica maravilla. Conforme el tren asciende, el paisaje se va cerrando, tienes la impresión de quedar aprisionado entre las montañas, éstas se van acercando lentamente a derecha e izquierda. Imposible imaginar el final del trayecto, es como si el paisaje mismo te estuviera reservando la sorpesa final, esa que te hace exclamar ¡oh! cuando te muestra la majestuosidad del valle. De repente las montañas se distancian, se alejan para dar paso a un valle imposible, parece imposible que allá arriba exista un valle. Un lugar rodeado por montañas que más bien parecen pequeños montículos al alcance de la mano. Con razón el nombre Nuria significa "lugar entre colinas".
Un pequeño lago te da la bienvenida, un albergue te da cobijo y un santuario te invita a la oración. Todo el conjunto te habla de recogimiento, de majestuosidad y sencillez, te sientes minúsculo ante tanta grandeza, la grandeza del paisaje. No faltan un hotel de alto copete y la tienda de recuerdos, pero queda preservado del bullicio, de la comercialización sin freno que existe en otros lugares. El hecho de que la forma de llegar se encuentre tan restringida hace posible que uno sienta que se encuentra en un lugar especial
Allá arriba hace frío, mucho frío. La calefacción del hotel se mantiene encendida durante toda la noche y las señoras acuden a misa con abrigo de pieles apesar de estar en agosto. Hacia las seis de la tarde la raca empieza a cubrir el valle, la ves bajar lenta e inexorablemente hasta cubrirlo todo. Es hora, pues, de recogerse hasta que el primer rayo del sol te anuncia que un nuevo día comienza. Es hora de salir al aire libre y sin darte cuenta vas caminando en busca del sol todavía esquivo, no hay que subir demasiado, y no es extraño que encuentres ya cantidad de personas que al igual que tú, han llegado hasta allí guiados por el mismo sol. Impresiona el silencio, tan sólo un buenos días o un ligero movimiento de cabeza a modo de saludo, el resto es contemplar, resulta fácil mantener el silencio, estar allí es en sí mismo un regalo de valor incalculable.
Conforme el día avanza, se siente el calor del sol y el calor de la gente, como si de una gran familia se tratase. Algunos han iniciado la marcha hacia alguno de los picos más próximos, próximos en apariencia ya que de hecho se encuentran a varias horas de camino. Otros simplemente caminan por el valle y los ojos no se cansan de contemplar el paisaje.
Son muchos los años que han pasado desde aquel viaje y sin embargo guardo en mi memoria toda su majestuosidad, su grandeza y su belleza pues así es como lo ví y lo viví. Espero poder volver allí algún día y enseñarle a mi hija Nuria este lugar entre colinas.

sábado, 15 de noviembre de 2008

El dique seco


Ha sonado el despertador, y aunque llevaba un buen rato con los ojos como platos, se levanta de mala uva, y es que a la vejez, se acorta el dormir y se alarga el gruñir. El desayuno está preparado en la mesa que ocupa un rincón de la vieja cocina. Lo mira de reojo preguntándose qué nuevas le traerá el día recién nacido. En la mesa un tazón de leche y un pedazo de torta. Se sienta con resignación mientras murmura para sus adentros, "qué le vamos a hacer, a falta de pan, buenas son tortas". No se le escapa a la vista el puchero en el que ya empieza a borbotear lo que será la comida. No está mal, un poco pronto tal vez, pero mejor antes que después. Delante del tazón encuentra, como todos los días, el periódico local. Alcanza a ver el titular de la primera página y decide dejarlo para más tarde, cuando con la ayuda de sus gafas pueda sumergirse en el mar de palabras. Total, se dice resignado, traerá lo mismo de todos los días.


Concluído el desayuno y el periódico ya deshecho descansa en el montón del papel deshauciado, coge su gorra y su bastón y con un andar pausado inicia su paseo, el mismo recorrido de todos los días. La calle, aún desierta, espera el momento del trajín, del bullicio, de la rutina. Llega a la plaza y se saluda con un par de paisanos, no hace falta abrir la boca, un simple movimiento de cabeza es suficiente, se conocen de toda la vida. Pero hoy no se detiene a charlar con ellos, sigue adelante, ajeno al requerimiento de aquéllos. No hay palabras, no hay explicación alguna y aunque ellos la esperan, él sigue adelante haciendo caso omiso de cuanto le rodea.


Hoy a comenzado como un día más, ha seguido su rutina sin salirse ni un ápice, pero por algún motivo hoy no es igual que todos los ayeres que tiene en su haber. Hoy sigue caminando, un paso tras otro, temeroso de olvidar cómo se hace si llegara a detenerse. No obstante no es el olvido lo que le preocupa, en realidad no piensa en nada, solo camina, ni siquiera se fija en el viejo roble que ha conocido igual desde niño, ni siquiera percibe la brisa de la mañana cálida y suave, solo camina y los pies le llevan hasta su pequeño huerto, ese pedazo de tierra que ha trabajado con ahínco durante años, tantos que ya ni los puede recordar. Una rama del peral se ha partido y yace inerte sobre la tierra, tal vez la tormenta de anoche ha querido dejar su huella en esa rama que ya no producirá frutos. Sigue caminando. Su huerto ha quedado atrás, también sus amigos han quedado atrás, y su casa, su pueblo, su vida, todo queda atrás. Sigue caminando y camina solo, sabe que para ese recorrido no hay compañía, es su camino. Hoy le ha tocado a él emprenderlo, muchos le han precedido y otros muchos lo andarán después, paso a paso, en silencio, en soledad.


Ya se encuentra muy lejos, pero no importa, no le preocupa lo que va dejando tras de sí, ni siquiera piensa en ello, tan solo camina. Sin un adiós, no hace falta, sin una palabra, no hacen falta, sin echar la vista atrás, únicamente importa el camino, importa seguir caminando. A cada paso se ha ido despojando de lo que le ataba a la tierra, hasta la tierra misma ha quedado atrás, no la necesita para seguir adelante, diríase que flota, ha dejado toda atadura. Y en su mirada se dibuja una sonrisa.


miércoles, 12 de noviembre de 2008

¿2 x 2?


El domingo pasado escuché en el telediario la siguiente noticia: "Para equiparar las titulaciones a nivel europeo, los que quieran trabajar en la enseñanza tendrán que hacer un máster en el que, otras cosas, tendrán que estudiar pedagogía, porque no cuenta tanto lo que se sepa sino cómo se enseñe". Hasta aquí no puedo estar más de acuerdo, aunque la alegría duró lo que dura un suspiro, porque a continuación dijeron: " en España, tal máster durará un año aunque en el resto de países tiene una duración de dos años". Y aún hay más, "en España llevamos muchos años de retraso en este tema". O sea, que para arreglar el desaguisado, en España se ofrece un barato del susodicho máster. No está mal, llegamos tarde y encima mal, vamos, una versión descafeinada. Y digo yo, si tan mal funciona la educación del país, si tan mal preparados tenemos al personal, ¿no sería mejor meterles caña en lugar de hacer una ñapa?. Porque eso es lo quieren hacer, un apaño que no va a solucionar gran cosa. Los futuros educadores seguirán estando mal preparados para realizar su tarea y encima un año más en la universidad. No me extraña que el gallinero se haya alborotado, les van a sacar otro pastón (a sus resignados padres en la mayoría de los casos) y total p'a ná.


Y es que esto es España: llegar tarde y mal. ¿Cuándo se darán cuenta (quienes tengan que darse cuenta) que el problema de la educación en España es más grave de lo que los políticos quieren admitir? y eso que lo que se dice admitir, lo admiten. Yo no entiendo nada, aunque claro, primero haría falta saber cuántos educadores componen el Ministerio de Enseñanza (o como quiera que lo llamen ahora, porque de enseñanza más bien poco), cuántos de esos sesudos señores (y señoras, mitad y mitad) han pisado un aula (no cuentan los años de escolares). Que alguien les diga que sobran teóricos y faltan prácticos de la enseñanza. Teorizar es fácil, cualquiera con cierta labia es capaz de hacerlo (con frecuencia tengo mis dudas si los teóricos saben ellos mismos de lo que están hablando), pero lo otro..., qué poco saben del día a día, qué poco polvillo de tiza han tenido que respirar, qué poco saben de lo que les ronda por la cabeza a los adolescentes, qué poco saben, en definitiva, de lo que significa abrir una puerta y entrar en un aula.


El máster ese, que lo hagan primero los mandamases, pero bien hecho, que para tiritas echamos mano del botiquín casero y asunto concluído. O mejor aún, que se metan en un aula atestada de niños o jovenzuelos y que no salgan de ella hasta que el polvillo de la tiza les llene los pulmones. Y si ya no se estila lo de la tiza, da lo mismo, la tiza a la que me refiero sigue estando vigente.


lunes, 10 de noviembre de 2008

Niebla

Hoy es uno de esos días en los que la ciudad se ha despertado arropada por un manto frío y gris. No invita al paseo sino al recogimiento. Uno se siente atrapado, y la inspiración se desvanece. Día para la melancolía y la nostalgia en el que la gente camina cubriéndose el rostro. Diríase que el andante se dedica a contar los baldosines de las aceras, nadie se mira a la cara, todos se ocultan. Cabría esperar un destello de luz en algún caminante despistado, ese que se atreve a despojarse de sus vestiduras grises anunciando que tras la niebla se encuentra el sol.


Es difícil creer en la existencia del sol cuando la niebla anida en el corazón del ser humano. Creer en la bondad, la sinceridad, el afecto, creer en la valía de uno mismo, creer...

En un momento dado, la cortina de niebla se retira por unos instantes para luego echar el cierre con más persistencia. Nos ha permitido vislumbrar el sol, como un guiño pasajero, como una burla macabra para luego volver a ocultarlo tras un tupido velo que ya nada deja traspasar.

Por un momento diríase que todo vuelve a su ser, a lo que debería ser, a lo que esperaría ser, pero... sólo ha sido un pequeño atisbo de luz, la pesadumbre vuelve a su nido y esta vez se encuentra cómoda, no quiere abandonarlo. Ha sido un engaño cruel, un aviso claro y contundente "aquí está el sol pero no permitiré que entre en tu casa, hoy me pertenece"

Y el día termina más obscuro de lo habitual, a la oscuridad de la noche hoy se suma la negrura que trae la niebla. La ciudad queda desierta antes de lo habitual, todo viviente se refugia en su agujero, aquél en el que se siente seguro y a salvo de la oscuridad. ¿Y mañana? no sabemos qué nos deparará el nuevo día, queda la esperanza de que sea, por lo menos, algo más claro que el que ya toca a su fin.

Es costoso pensar en el mañana cuando el hoy no presagia ningún cambio. Sin embargo, el mañana llegará y lo que nos depare no se sabrá hasta que toque a su fin. La esperanza lucha por hacerse un hueco en el corazón del hombre, la fe a tientas busca la llave que abra la puerta del alma, y el amor no permite la rendición.
Hasta mañana

sábado, 8 de noviembre de 2008

Chicas y chicos de oro



Hace pocos días rescaté del olvido esta entrañable y divertida serie. Cuatro señoras que protagonizan mil y una historias a cuál más divertida, pero siempre con un mensaje entre líneas sobre la convivencia, las relaciones personales y la superación.

No obstante ahora quiero hablar no de estas cuatro chicas de oro sino de las que podemos encontrar muy cerca de nosotros. Yo tengo el orgullo de contar entre mis alumnos con unas chicas de oro para admirar. Tres mujeres mayores (o por lo menos eso indican sus respectivos DNI) que están dispuestas a estudiar matemáticas. Normalmente trabajo con alumnos algo más jovencitos, esos a los que por algún extraño motivo, se les atragantan las matemáticas. Sin embargo, ahora puedo premusir de poder contar con la presencia de tres mujeres de aupa para las que aprender ¡matemáticas! se ha convertido en un reto y están dispuestas a aprender. Resulta contagioso su afán por comprender eso que han tenido atragantado desde hace ni se sabe el tiempo.

La edad no es ningún obstáculo para hacer cosas nuevas. Desde aquí quiero aplaudir a tantas personas ¿mayores? que siguen ilusionándose con nuevas cosas, que se atreven con aquello que parece les está vedado, que nos dan ejemplo de superación. Lo mejor de todo es que no se agobian, van a su paso y nos demuestran que lo importante es seguir caminando, que nunca es tarde para aprender, que cada día tiene un montón de posibilidades, en definitiva, que la edad no es impedimento para seguir disfrutando de la vida.

Ojala cuando seamos chicas o chicos de oro, tengamos ese ímpetu, esa ilusión y esa decisión por llevar adelante un nuevo proyecto. Olé por ellas y por ellos.

viernes, 7 de noviembre de 2008

¿Mando a distancia?



Un gran invento el del "mando a distancia" Te sientas en el sofá y te preparas para ver tu película favorita, para escuchar tu música, para grabar ese programa que tanto te interesa, para reajustar el sonido de tu home cinema, para... Y allí lo tienes, el mando a distancia, ese maravilloso invento que te permite realizar una variada gama de actividades sin necesidad de abandonar tu hueco del sofá, ese hueco que con el paso del tiempo te reconoce (a lo Homer Simpson). Todo es perfecto. Pero ¿he dicho que allí lo tienes?, eso es lo que te gustaría porque la verdad es que el mando a distancia nunca lo tienes a mano cuando lo necesitas. Y no podría ser de otra manera, su mismo nombre lo indica: "mando a distancia", es decir, mando que está a distancia, porque siempre que lo necesitas está... a distancia. Ya puedes adjudicarle una ubicación, colocar un guardamandos de cualquier tipo, que siempre que lo necesites estará... a distancia.
Una vez acomodado en tu hueco, alargas el brazo para echar mano del mando y ¡oh sorpresa! está al otro extremo de la habitación, o mejor aún, alguien se ha apoderado de él, y ya se sabe, quien tiene el mando, tiene el poder. Adiós a tu película, tu música, adiós a tu plan.
Lo mejor de este artilugio es que proporciona un interesante juego (de habilidad) entre los miembros de la familia, juego que produce un fenómeno extraño en la pantalla del televisor cuando el susodicho artefacto pasa de mano en mano: aparece en la pantalla un Matías Prats al uso que da paso a la última noticia y allí están los chicos del internado recorriendo los pasadizos del colegio. Sus caras de sorpresa presagian que acaban de descubrir algo, ¿qué será?, nada más y nada menos que a un señor trajeado interrogando a otro señor (también trajeado) acerca del avance de las obras en el túnel de Villaronda de abajo. El experto explica cómo avanzan las obras y para ilustrarlo da paso a un vídeo en el que un pobre desdichado en cueros se ha quedado sin agua caliente en la ducha, con gran decisión se dirige al teléfono para contratar gas natural mientras alguien acecha en la oscuridad esperando el momento de echar el guante al tesoro escondido en los pasadizos (del internado), pero lejos de alcanzar su objetivo se ve rodeado por un grupo de policías al mando del Comisario Castilla que están efectuando una redada en el garito de turno, en medio de la algarabía Matías Prats consigue abrirse paso para darnos las buenas noches y finalmente, la nada, la tele se ha muerto y es que con tanto ir y venir, el pobre mando ha ido a parar a la guarida de los peces, también ellos quieren participar en este juego familiar.
Y es que el mando a distancia tiene muchas cualidades: estrecha los lazos familiares, crea la televisión interactiva, favorece el ejercicio, ejercita la creatividad, ... Lo dicho, es perfecto. Pero aún hay más, porque ¿cuántos mandos podemos llegar a tener? El mando a distancia pone a prueba nuestra paciencia: enciendes la tele y arranca el CD de rock que alguien ha dejado olvidado en la cadena de música, quieres grabar un programa y el haítáculo se llena de ruidos, ajustas el sonido de la caja de sonido y aparecen los hombres de Paco, aunque el no va más es cuando suena el teléfono y contestas con el mando o enciendes el televisor con el teléfono.
Atadle un cordel al mando y, en su caso, una etiqueta, que cuando vayáis a necesitarlo estará... A DISTANCIA.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Si lloras por el sol...



Allá por los años setenta cuando Hipatia hincaba codos en la universidad, soñaba con la posibilidad de dedicarse a la enseñanza. Y tuvo la suerte de poder hacer realidad su sueño durante tres años. Por aquella época tener delante a cuarenta alumnos era de lo más normal, y sin embargo ella podía llegar a conocerlos a todos y cada uno de ellos, aunque algo siempre se le escapara, conocía no sólo sus cabezas sino también sus inquietudes y problemas. Le decían que impartiendo clase de matemáticas no se podía llegar a conocer a los pupilos, nada más lejos de la realidad.




Como he dicho Hipatia sólo puedo realizar su tarea educadora durante tres años. Después la vida le fue poniendo zancadillas y no tuvo más remedio que apechugar y tirar p'alante por otros derroteros. En muchas ocasiones ha pensado qué desperdicio de esfuerzo el suyo por no poder realizar el trabajo que tanto ansiaba. Por ese motivo cuando se encuentra con profesores que no lo son de verdad, a los que llama trabajadores de la enseñanza y no educadores, algo le quema por dentro. Suele decir que mejor estarían picando piedra y siente lástima de ellas. Porque dedicarse a la enseñanza no lo puede hacer cualquiera que tenga un título colgado en un bonito cuadro, hace falta tener vocación de educador, y eso no se aprende en la universidad, eso se lleva por dentro.




A su manera Hipatia ha rehecho su vida y también a su manera ejerce de educadora, no por conformismo, sino sabedora de que hay otras formas de realizar un mismo trabajo. No obstante, un deje de amargura fluye en sus palabras cuando rememora el pasado y piensa en lo que pudo haber sido y no lo fue.




Todos o casi todos, podremos expresar algo parecido, en uno u otro aspecto, y a todos ellos, a Hipatia y a mí misma, les digo: "Si de noche lloras por el sol, las lágrimas de tus ojos te impedirán ver la luz de las estrellas".


Nota: Hipatia es conocida como la primera matemática de la historia. Su nombre significa "la más grande".

martes, 4 de noviembre de 2008

Bien vale una sonrisa



Recuerdo con una pequeña sonrisa aquél 4 latas familiar. Te lo voy a presentar, es fácil de imaginar: tenía un asiento delantero ocupado por el chófer, el copiloto y el que iba en medio (éste muy preto al copiloto para no entorpercer la maniobrabilidad del Fernando Alonso al uso), un asiento trasero con cinco ocupantes (cuatro iban sentados muy junticos y el quinto en el regazo de uno de ellos, pidiera o no ¡apa!) y un asiento (de fabricación propia) en lo que venía a ser el maletero, ocupado por otras tres personitas. Si las cuentas no fallan, cabían once personas. Pero no paraba allí la cosa, porque arriba de este mostruo, en la vaca y bien sujeto, iba el equipaje de todos sus ocupantes para unos tres meses.

En cierta ocasión al descargar en Jaca, destino de las vacaciones de verano, dos señoras de las de entonces que estaban tomando la fresca, al vernos desembarcar exclamaron con asombro, cuando ya habían abandonado el haitáculo la mitad de sus ocupantes: ¡pero aún salen más! Y es que era todo un espectáculo ver cómo salían chiquillos por los cuatro costados de aquél magnífico choche. Aunque lo mejor era el viaje en sí mismo. Cuatro horas desde Zaragoza hasta Jaca, sin parada alguna y sin cantearse ninguno, entre otras cosas porque no había espacio para tamaña pretensión. Y ¡claro! de alguna forma había que pasar el tiempo porque cuatro horas eran cuatro horas (eso no ha cambiado con el paso de los años) así que se oían cantos (un elefante... dos elefantes...), juegos como el veo veo, el que encontraba cómo acomodar la cabeza echaba un sueñecito, y los últimos kilómetro se veían pasar al compás del rosario. Es lo que podríamos llamar "un auténtico viaje familiar".

Ahora tal hazaña sería impensable, sobre todo si tenemos en cuenta que hasta los 12 años es obligatorio el uso de la sillita especial, ¿cómo meter en aquél cacharro 9 sillitas de estas?, lo dicho, totalmente imposible y no digamos nada acerca de la multa que ello originaría. Los tiempos cambian, lo que antaño era posible y permisible, se ha tornado en imposible e impermisible. Por otra parte también han cambiado las costumbres porque nosotros hemos cambiado. No obstante el ayer siempre perdurará, y aunque sólo sirva para arrancar una sonrisa ya merece la pena recordarlo.

Hoy te dejo con una invitación: recuerda un retazo de tu historia, revívela con cariño y comprueba que una sonrisa se ha dibujado en tu cara. Si de paso quieres compartirla, tal vez consigas fabricar montones sonrisas en montones de rostros, que buena falta nos hacen.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Feliz Navidad ¿ya?



Me llevé una gran sorpresa cuando ayer escuché, en las noticias, que ya habían comenzado a adornarse las calles de algunas ciudades con las características bombillas de Navidad.
He dicho gran sorpresa, lo que no significa que fuera grata. Las navidades son fiestas consumistas, y dado que estamos en crisis, este año quieren recordárnoslo con bastante tiempo. Y digo yo, si estamos en crisis nos olvidamos de las bombillas de colores 0 ¿dejaría de existir la Navidad por ello?; si estamos en crisis, nos olvidamos de esos manjares que dejan temblando el bolsillo y reunimos a la familia alrededor de una tortilla de patata, por ejemplo, o ¿dejaría de existir la Navidad si no comemos en plan cuatro tenedores?; si estamos en crisis, dejamos de hacer esos regalos de compromiso que cuestan un pastón y se agradecen por compromiso para a continuación arrinconarlo en cualquier rincón, o ¿dejaría de exisitir la Navidad si no vamos cargados de regalos?.
No sería mala idea emplear este año tan "crisoso" para recuperar el espíritu navideño. Sin embargo, no sé qué me asusta más, o soportar tanta eclosión de luz y color o el falso espíritu navideño. Y me explico. Ser "bueno" durante unos días para luego dar zancadillas el resto del año, o fingir serlo para volver a la carga después. Prefiero el estallido de color, al fin y al cabo es problema de cada viviente colocar cien bombillas o una, prepara una cena de alto estanding o cocinar una tortilla, comprar un regalo inútil o fabricar uno propio. Del espíritu navideño, mejor no decir nada.
Prefiero esperar al 25 de diciembre para desearte feliz navidad en el caso que decida hacerlo.

sábado, 1 de noviembre de 2008

Caminando





Un camino, un caminante, un árbol. Al fondo una montaña y por encima la niebla ocultando la cima. La cima existe, aunque no sea visible, aunque nunca haya trepado hasta ella, aunque esté lejos. Para poder alcanzarla tal vez el caminante tenga que avanzar en dirección contraria para en algún recodo del camino, retomar el camino que conduce a ella.



¿Qué es más importante? Saber que existe o poder llegar a ella, caminar sin detenerse o descansar cuando las fuerzas fallen, esperar que levante la niebla o seguir adelante a pesar de todo, empeñarse en conseguirlo o esperar un momento más adecuado. Cada uno tendrá su propia y particular respuesta. No por ser diferentes una será más acertada que otra, porque cada uno tiene su propia visión del paisaje, sus intereses concretos y su forma de afrontar los baches del camino. ¿Qué es, en definitiva, lo único que de verdad importa? Cada uno interpreta las señales a su manera, dentro del contexto de sus sentimientos e ideales, en esa parcela donde nadie salvo él mismo puede acceder. Lo importante es respetar y aceptar lo otro, no comprenderlo tan siquiera porque haría falta ser el otro y eso por fortuna nunca ocurrirá.



Un deseo bueno para ti, ese que tú sabes y yo no necesito conocer.